Ana Brian

Ana Brian

Ana me miraba con expresión tierna y plena de gratitud.
Ya no confiaba en su curación ni esperaba que la salvara de la muerte . Conocía con certeza su final. Tenía fresca en su memoria el recuerdo de su madre , hacía pocos años, y en las mismas circunstancias ; la historia se repetía calcando impiadosamente lo pasado . Había sido testigo activo acompañándola , cuidándola hasta su muerte , y con Ana compartimos su agonía . Siempre me expresó con ternura su gratitud por mi amor y cercanía.
Pretendía repetir con ella lo hecho con su madre , ayudándola a bien morir ya que no podía curarla . Me sonreía con la melancólica tristeza que su carita pálida y redonda con sus rasgos teutónicos podía expresar , apretando mi mano a su alcance al sentirse explorada en su vientre , en esa intención médica, simulando hacer algo aún sabiendo lo inútil de sus actos.
No se preocupe doctor , yo sé que usted hace todo lo que puede .-
No se rebeló ni negó su fin , con enorme tristeza de no haber tenido tiempo de darle un hijo a su esposo.-No me deje sola – nunca lo dijo, con su mirada me bastaba . Es el anhelo de todo moribundo : no morir en soledad que es la peor de las muertes.
Habían pasado tres años luchando con un cáncer de colon con múltiples metástasis . Ella aceptaba todo como un designio divino. Sufría dolores físicos y el dolor del nuncmas . Plena conciencia de su próximo fín. El Lacoonte no grita – dice Lessing – por que una boca demasiado abierta afea una estatua . La belleza del dolor ; sufría sin llorar . No gritaba y como el Lacoonte , su gesto lo decía todo y con sus palabras me consolaba de mi supuesto fracaso como médico .

*

Tambien en el dolor hay belleza . La veo en la herida que cicatriza , en el semblante del enfermo que mejora . Veía la belleza de Ana Brian en su rostro extático como a la Santa Teresa de Bernini , como al San Sebastian de Mantegna , atravesado por flechas romanas .
Había surgido un enamoramiento entre Ana y yo . Cada vez nos entendíamos mas con menos palabras . Cuando palpaba su abdómen me sorprendía apoyando su mano fría y sudorosa sobre el dorso de la mía , deteniéndola en el lugar donde mas le dolía ; yo seguía explorando simulando querer descubrir lo que ya sabía . Una mañana , me dijo-“Mándeme a casa , doctor , no dormí por los vómitos , ya no tengo remedio”.- Murió esa misma noche , repitiendo los mismos pasos de su madre , la misma tierna tristeza , la misma dolorosa repetición de algo que había vivido y que ahora reencarnaba en su propio final.
Ana pasó a formar parte de mi triste e imborrable galería de personajes conjugados con el dolor: “ la máxima emoción de que el hombre es capaz .”

Barrio de la estación

Barrio de la Estación.

Barrio de la Estación
Que mi memoria atesora.
Enganche y desenganche de vagones.Silbido y resoplido de calderas
Que de tanto escucharlas nadie oía ,
Como nadie sabía que escuchaba
El monótono ruido del Molino
Que la sádica piqueta derrumbó
Para que todo el barrio lo extrañara.


Ese sabor agridulce de lo que tanto se amó
Calles de ripio empapadas de lluvia
Chirriaban con nostálgico encanto
Al paso del coche de Don Andrés


Cruzar de chatas con montañas de bolsas de lana
Que parecían reventar
Rezongo de cierras cortando tablones,
Entrechocar de botellas
Con jugo pulposo de naranja “Urreta”
Y los pesados sifones de Monti
En sus ya viejas chatas y camiones.


Sábados ociosos con mas tiempo en la cama
En las mañanas ferroviarias
De los primeros que supieron
Lo que era un sábado inglés.


Hoy te miro a la distancia
Con nostalgia y sin pesar.
… y viví horas felices con la barra de la esquina.
Bolitas, hoyo pelota,
las siestas de Carnaval.


Y con los “largos” nuevitos esperando el sábado
A los bailes del Club Ferrocarril.
Interminables “picados” sin tiempos y pocas reglas
En el campito del Mercado Sur.


Hasta que sin darnos cuenta
Todo queda a
la palabra tan profunda y breve
que llamamos “ayer “.

Balance

Balance

Si nuevamente a vivir se me invitara
Cambiaría el borrador de lo vivido.
Es inútil llorar los tiempos idos
Ni reparar con milagros lo perdido.

Abrazaría mas tiempo lo que mucho quiero
Mas sosiego a la hora de la mesa
Sin obsesión del tiempo trascurrido
Como algo lamentable por perdido.

Le diría mas veces que la quiero
Sin dejarlo de hacer por ya sabido.
Expresar con mensajes piel a piel
el tiempo que nos queda por vivir
dejando lo pasado en el olvido

Haciendo balance al final del camino
Obedezco al pensador y viejo estagirita:
“ Una vida sin balance no es vida”.
Y aquello que no fue, darlo por ido.

Ciclos


Ciclos.


Con su cara redonda y preguntona
Parece un periscopio buscando novedades;
Tragando bocanadas de imágenes y brisas
Serán recuerdos cuando los años pasen.

Recorrerás las calles que un día recorrimos
Y seguirás preguntando lo que ya olvidaste
Y no habrá repuesta porque me habré ido.
Ocuparás mi lugar recordando aquello
Que quedó lejano pero sin olvido.

Será Felipe quien te hará preguntas
Y lo que fue vuelve a ser para dejar de ser
Y seguir recordando lo que fue , mientras seas.

Tarasca


Tarasca.

La tarasca,
La más simple, la más fea,
La más pura.
La primera que mis manos fabricaron;
sólo una cruz de caña su esqueleto
y una cola de trapos
o un desfile de medias anudadas
y un suspiro de niño cuando el viento de agosto
con trabajoso afán
de la punta del piolín a los cielos elevaba.
Y allá se fue perdida en el espacio
Tal vez con ansias de mayores vuelos ,
Pero un prosaico cable callejero
frustró su nostálgico y sereno corto vuelo.

Así se van los sueños
“ tan callando”
al decir de aquel poeta
cantándole a su padre la partida.