Que amargas son las horas del regreso
Si al abrir la heladera muerto de hambre
No encuentro un miserable queso fresco
Ni una feta de fiambre.
Sigo buscando con mirada torva ,
Separo una botella que me estorba ,
Un paquetito de manteca rancia ,
Y un dulce de batata amocosado ,
Que me dice con tono indicativo
Pertenecer a un tiempo ya pasado.
Solo me queda el consuelo
De menguar esta ansiedad
Razonando con mesura y no con duelo.
Es inútil señalar a quien de esto se haga cargo.
Aprender para el futuro
Y recurrir sin demora
A preparar mate amargo.
Cosas suelen ocurrir en mi bohemia mistonga,
El mundo no se termina y hay que seguir la milonga .
Razonando de este modo
Mi puntaje se rebaja,
Debo meses de alquiler
Al dueño del conventillo.
Se acaban mis pretensiones
De vivir en la bohemia
Y pensando seriamente
Vuelvo a casa de mis padres
A vivir como la gente.
Don Galarraga.
La sala de espera de la guardia del Hospital Felipe Heras fue mi paso obligado para llegar diariamente al servicio de Cirugía
-“Qué tal , Don Galarraga”.- era mi saludo habitual . Hacía un año que lo había operado un sábado a la noche en una de mis guardias . Jugando al truco y por diferencias en la cuenta de los porotos que marcaban los tantos , su ocasional competidor , sin decir “agua va “ , le abrió la panza con un marca “Arbolito”de 25 centímetros de largo , y para llegar completo al hospital un comedido le metió las tripas por el mismo lugar de salida , subió con él a la ambulancia y se las llevó sosteniendo, hasta que lo bajaron para meterlo en el quirófano ; hazaña que al hombre lo hizo famoso en el barrio del Paredón , donde había ocurrido el hecho . Era un puestero que tenía su rancho en la Pampa Soler , nacido y criado en esos montes , como solía decir ; lo primero podía ser cierto , lo de haber nacido ,-digo-,por que en cuanto a lo de criado dejaba dudas ; el hombre era mas bien petiso.
Esta gresca son parte de las historias de aquellos viejos boliches . Nadie se acordaba como iba la partida hasta ese momento en que acabó violentamente y aunque por largo tiempo siguieron los comentarios sobre las causas desencadenantes del entrevero , no valía la pena seguir buscando , porque con vino y ginebra a mano los motivos no pesan mucho.
Al quirófano entró casi sin presión arterial , había perdido mucha sangre y hasta que el cardiólogo no dio vía libre la operación no empezó.-“Está pálido como chorizo e´puchero”- comentó alguien. La puñalada fue a la altura del ombligo , por lo que ampliando el tajo hacia arriba y hacía abajo me dio buen campo para explorar aquel pantano de tripas , caca , mugre del piso de ladrillos pegoteada en la caída y revolcón , microbios que no se ven , pero están , y sangre a borbotones que sigue saliendo por la brecha de su abdomen. Litros de suero vierte una enfermera en la cavidad mientras uno de los ayudantes aspira continuamente arrastrando por el tubo el líquido que entró , restos de comida y la sangre acumulada que seguirá saliendo hasta localizar el lugar de la hemorragia . A dos manos me abro paso entre asas intestinales que viborean escurridizas , localizando y ligando los vasos sangrantes cortados al paso del cuchillo.
*
El gran cirujano Leriche decía , que en el espíritu quirúrgico , se equilibran la intrepidez, la confianza en sí mismo y la seguridad en tomar decisiones , lo cual implica que debe ser prudente por temperamento y temerario por experiencia . Suturo cuatro heridas en el intestino delgado , por donde salía contenido fecaloide y lechoso , porque el trágico partido de truco era el corolario de un asado en los fondos del boliche , festejando no sé qué evento y rociado con bastante vino.
-Las cosas no vienen solas .- comentó don Ayala, el bolichero , moviendo la cabeza a izquierda y derecha mientras subían el herido a la ambulancia.
Continuamos el exámen minucioso hasta que todo me parece que está en orden , ningún vaso sangrante ni tripa abierta .
El silencio en la sala habla de la tensión y gravedad del caso . Pero el paciente ya no sangra y la presión arterial se va normalizando , me comunica el anestesista en tono tranquilizador .Se hizo todo lo que se podía hacer .
Por primera vez desde el comienzo ,desvío mis ojos del campo operatorio mirando de reojo la cara del paciente. Le han vuelto los colores porque le ha vuelto la vida . Como la muerte tiene su máscara , la vida muestra la suya . Y siento regocijo interior , un mudo grito triunfal , el orgullo acallado por imperio ético y mesura que me recuerda que sólo estoy cumpliendo con mi deber. En el quehacer médico los triunfos y derrotas marcan el ritmo de nuestras batallas ; lo efímero de las cosas ante los avatares de la vida.
Lo álgido de la operación termina .Miramos hasta el último rincón de aquella cavidad que ahora está limpia, que ningún vaso sangra, ni sale caca de ninguna tripa.
Bueno-vamos-digo a mis ayudantes .Frase tantas veces repetida en la jerga del quirófano, que significa, la operación terminó, ahora sólo hay que cerrar-. Y todo el mundo se relaja y empiezan los comentarios.
El policía de guardia que registra las entradas por hechos violentos, recoge chismes entre los que acompañaron al herido, y entre los que vinieron a interesarse por su estado.
El personal circulante de cirugía ya tiene datosy pormenores, aumentan los comentarios y pareceres, nos ponemos locuaces, dicharacheros, eufóricos, después de tanta tensión.Todo termina bien, el paciente a Unidad de Cuidados Intensivos y nosotros a lo nuestro.
*
Con dos meses de internación pueden pasar dos cosas: que ya no vea la hora en que el paciente se vaya ,o que el cariño que se ganó, no termine con el alta, extrañándose su ausencia. Don Galarraga pertenecía a esta segunda categoría. Durante su permanencia en la sala 5, era amable, respetuoso, agradecido con todos. La palabra gracias¡no le faltaba después de cada acto médico o enfermeril, a una revista alcanzada, o al recibir la bandeja con comida.
Observador nato, semblanteaba a todos y entrado en confianza, mas de una vez me dijo-“hoy no anda bien doctorcito”-, nunca erraba.
Restablecido completamente, llegó su día de alta y no hubo disimulo. Con abrazos y lágrimas ,daba rienda suelta a sus emociones, sin que faltara algún comentario de gratitud, porque era extrovertido y en el apretar de cuerpos, trasmitía la sinceridad de sus palabras.
*
Pero todos los viernes, mi día de consultorio externo, en la sala de espera, lo seguía viendo sentadito y bien vestido como en domingo.
Al salir, después de atender a todos los que tenía en lista, Don Galarraga ya no estaba. Llegué a pensar que otro médico lo asistía, por algo ajeno a la cirugía. Y asi pasaron los meses con sus viernes incluídos y él siempre firme en su puesto.Ya se había convertido, para mí, en esa clase de pacientes, que por lo antes narrado, ningún médico los olvida..
El hombre es curioso por naturaleza, y el médico lo es un poco más.
-¿Qué pasa Don Galarraga, que todos los viernes lo veo esperando?-
-Nada, doctorcito-me contestó levantando los hombros.-De agradecido nomás-
-Ví tan cerca la muerte que nunca pensé que saldría de aquí-
-Como todo jubilado me sobra tiempo, y vengo al pedo nomás,- como diciendo a la muerte:”¡-tomá pa vos!”-
-Me quedo un rato y me voy.-
-“Qué tal , Don Galarraga”.- era mi saludo habitual . Hacía un año que lo había operado un sábado a la noche en una de mis guardias . Jugando al truco y por diferencias en la cuenta de los porotos que marcaban los tantos , su ocasional competidor , sin decir “agua va “ , le abrió la panza con un marca “Arbolito”de 25 centímetros de largo , y para llegar completo al hospital un comedido le metió las tripas por el mismo lugar de salida , subió con él a la ambulancia y se las llevó sosteniendo, hasta que lo bajaron para meterlo en el quirófano ; hazaña que al hombre lo hizo famoso en el barrio del Paredón , donde había ocurrido el hecho . Era un puestero que tenía su rancho en la Pampa Soler , nacido y criado en esos montes , como solía decir ; lo primero podía ser cierto , lo de haber nacido ,-digo-,por que en cuanto a lo de criado dejaba dudas ; el hombre era mas bien petiso.
Esta gresca son parte de las historias de aquellos viejos boliches . Nadie se acordaba como iba la partida hasta ese momento en que acabó violentamente y aunque por largo tiempo siguieron los comentarios sobre las causas desencadenantes del entrevero , no valía la pena seguir buscando , porque con vino y ginebra a mano los motivos no pesan mucho.
Al quirófano entró casi sin presión arterial , había perdido mucha sangre y hasta que el cardiólogo no dio vía libre la operación no empezó.-“Está pálido como chorizo e´puchero”- comentó alguien. La puñalada fue a la altura del ombligo , por lo que ampliando el tajo hacia arriba y hacía abajo me dio buen campo para explorar aquel pantano de tripas , caca , mugre del piso de ladrillos pegoteada en la caída y revolcón , microbios que no se ven , pero están , y sangre a borbotones que sigue saliendo por la brecha de su abdomen. Litros de suero vierte una enfermera en la cavidad mientras uno de los ayudantes aspira continuamente arrastrando por el tubo el líquido que entró , restos de comida y la sangre acumulada que seguirá saliendo hasta localizar el lugar de la hemorragia . A dos manos me abro paso entre asas intestinales que viborean escurridizas , localizando y ligando los vasos sangrantes cortados al paso del cuchillo.
*
El gran cirujano Leriche decía , que en el espíritu quirúrgico , se equilibran la intrepidez, la confianza en sí mismo y la seguridad en tomar decisiones , lo cual implica que debe ser prudente por temperamento y temerario por experiencia . Suturo cuatro heridas en el intestino delgado , por donde salía contenido fecaloide y lechoso , porque el trágico partido de truco era el corolario de un asado en los fondos del boliche , festejando no sé qué evento y rociado con bastante vino.
-Las cosas no vienen solas .- comentó don Ayala, el bolichero , moviendo la cabeza a izquierda y derecha mientras subían el herido a la ambulancia.
Continuamos el exámen minucioso hasta que todo me parece que está en orden , ningún vaso sangrante ni tripa abierta .
El silencio en la sala habla de la tensión y gravedad del caso . Pero el paciente ya no sangra y la presión arterial se va normalizando , me comunica el anestesista en tono tranquilizador .Se hizo todo lo que se podía hacer .
Por primera vez desde el comienzo ,desvío mis ojos del campo operatorio mirando de reojo la cara del paciente. Le han vuelto los colores porque le ha vuelto la vida . Como la muerte tiene su máscara , la vida muestra la suya . Y siento regocijo interior , un mudo grito triunfal , el orgullo acallado por imperio ético y mesura que me recuerda que sólo estoy cumpliendo con mi deber. En el quehacer médico los triunfos y derrotas marcan el ritmo de nuestras batallas ; lo efímero de las cosas ante los avatares de la vida.
Lo álgido de la operación termina .Miramos hasta el último rincón de aquella cavidad que ahora está limpia, que ningún vaso sangra, ni sale caca de ninguna tripa.
Bueno-vamos-digo a mis ayudantes .Frase tantas veces repetida en la jerga del quirófano, que significa, la operación terminó, ahora sólo hay que cerrar-. Y todo el mundo se relaja y empiezan los comentarios.
El policía de guardia que registra las entradas por hechos violentos, recoge chismes entre los que acompañaron al herido, y entre los que vinieron a interesarse por su estado.
El personal circulante de cirugía ya tiene datosy pormenores, aumentan los comentarios y pareceres, nos ponemos locuaces, dicharacheros, eufóricos, después de tanta tensión.Todo termina bien, el paciente a Unidad de Cuidados Intensivos y nosotros a lo nuestro.
*
Con dos meses de internación pueden pasar dos cosas: que ya no vea la hora en que el paciente se vaya ,o que el cariño que se ganó, no termine con el alta, extrañándose su ausencia. Don Galarraga pertenecía a esta segunda categoría. Durante su permanencia en la sala 5, era amable, respetuoso, agradecido con todos. La palabra gracias¡no le faltaba después de cada acto médico o enfermeril, a una revista alcanzada, o al recibir la bandeja con comida.
Observador nato, semblanteaba a todos y entrado en confianza, mas de una vez me dijo-“hoy no anda bien doctorcito”-, nunca erraba.
Restablecido completamente, llegó su día de alta y no hubo disimulo. Con abrazos y lágrimas ,daba rienda suelta a sus emociones, sin que faltara algún comentario de gratitud, porque era extrovertido y en el apretar de cuerpos, trasmitía la sinceridad de sus palabras.
*
Pero todos los viernes, mi día de consultorio externo, en la sala de espera, lo seguía viendo sentadito y bien vestido como en domingo.
Al salir, después de atender a todos los que tenía en lista, Don Galarraga ya no estaba. Llegué a pensar que otro médico lo asistía, por algo ajeno a la cirugía. Y asi pasaron los meses con sus viernes incluídos y él siempre firme en su puesto.Ya se había convertido, para mí, en esa clase de pacientes, que por lo antes narrado, ningún médico los olvida..
El hombre es curioso por naturaleza, y el médico lo es un poco más.
-¿Qué pasa Don Galarraga, que todos los viernes lo veo esperando?-
-Nada, doctorcito-me contestó levantando los hombros.-De agradecido nomás-
-Ví tan cerca la muerte que nunca pensé que saldría de aquí-
-Como todo jubilado me sobra tiempo, y vengo al pedo nomás,- como diciendo a la muerte:”¡-tomá pa vos!”-
-Me quedo un rato y me voy.-
Carolina
La llamaban Carolina , pero ese nombre lo tomó después. Cuando la conocí , allá por el cincuenta , la llamaban simplemente Lina . Las cosas le fueron bien . Era la pupila más solicitada por los parroquianos. Había quienes la esperaba un par de horas hasta que le llegara el turno, pero querían con Carolina. No sabía, ni le gustaba hacer nada . No llegaría a ser una buena ama de casa , pero sí un arma de caza. Con el cuerpo que ostentaba tenía presa asegurada , cetrería garantizada frente al halcón elegido.
La Celestina decidió cobrar más por sus servicios y de allí surgió la idea de cambiarle su nombre por otro que resaltara mas sus condiciones, o simplemente que fuera mas sonoro. Para no alejarse tanto la llamaron Carolina. La Lina no protestó - ¿ qué importancia tenía ¿- lo que había que hacer era lo mismo , y dicen que le gustó el llamarse Carolina , que le sonaba mejor , como algo que iba rodando…y no estaba equivocada , sin darse cuenta era algo que iba rodando.- Siempre la misma cara : los labios finos, pegados , comisuras hacia abajo , como un arco iris de un solo color : rojo, que le daba una expresión de sonrisa dudosa , porque no se sabía si empezaba a reirse o terminaba de hacer un “ puchero “.
Era de buen carácter . La única vez que la sacaron de quicio poniéndola furiosa fue aquella noche en tiempos de la Feria Rural , cuando un paisano venido de Federal se sacó su cinto- rastra tachonado de monedas , la camisa y el chaleco , dejando el torso desnudo , dejándose la bombacha bataraza y las botas con enormes nazarenas puestas .- ¿ Vaya uno a saber ¿.- de prudente nomás . Después de cuatro días fuera de su querencia, sin lavarse los pies y sin cambiarse las medias, el hombre desconfiaba de su natural perfume . Había estado trotando por la pista tironeando del cabestro al aspirante a campeón y natural era su criollo pudor.
En su quehacer erótico Carolina gustaba dejarse las medias puestas ,le parecía mas sexy. Hojeando “ Para Ti” en horas de poca clientela, había visto modelos con piernas que según ella, parecían las suyas.
El enganchón fue tan grande, con un desgarro tal como el viaje desde la Barra de Cuarein de donde la bagallera brasilera se las había traído .
No eran comunes esos arranques en Carolina , pero de un manotón tiró el velador y todo el quilombo quedó a oscuras porque junto al velador cayó una jarra con naranja Urreta que fue a dar a un enchufe . Entre los que esperaban turno había quien entendía de cables y entre varios comedidos , con fósforos y encendedores se terminó el apagón. Dicen que el paisano no se repuso ; nunca había oido hablar de inhibición psíquica , pero se vistió y se fue , sintiéndose tal vez menos gaucho que a su llegada. La Celestina se tragó la bronca y no dijo nada . Carolina daba buenos dividendos , bien valía un apagón. – No era el sumun de la belleza . Sus rasgos mas bien ausentes , pero su piel entre aceituna y parda la hacía distinta. - ¿ distinta a quien ¿.-pienso ahora ,pero ella era algo especial . Su cabeza asomaba graciosa detrás de un par de senos bien proporcionados que apuntaban hacia arriba como palomas listas a volar o como dos cañones por cuyas balas quería uno ser alcanzado . Chica su cintura y generosa grupa , sabía como gustaban aquellos dos hoyitos que a cada lado de su columna marcaban el final de la espalda y el nacimiento de sus nalgas . De coqueta nomás , cuando podía , se daba vuelta como buscando algo para que su eventual pareja se deleitara mirando. Al evocarla me recuerda aquellas andaluzas pintadas por Julio Romero de Torres ,muy lejos de las cabareteras lechosas de Toulouse Lautrec ni las flacas de mirada expectante de Modigliani .
Se me ocurre que algo así habrá sido la Malinche , precioso regalo que el cacique de Tabasco le hizo a Hernan Cortéz y que Don Pedro de Alvarado , el poeta que trajera en su expedición ,describió con tanto ardor : “ hermoso ejemplar de hembra tostado por el fuego del sol mejicano” , o así la habrán visto aquellos rudos extremeños , pero españoles al fín , despues de largas abstinencias atravesando mares y selvas .
Los años pasan , las cosas que fueron, dejan de ser . Mucho queda en el olvido . Es mentira que “ veinte años no es nada “.
Yo volví a mi patria chica .
Nunca juego a la lotería . Me conmovió aquella vieja de melena desgreñada que me extendía un billete con mano sarmentosa . Reconocí aquellos labios apretados , curvos hacia abajo como un arco iris . Habían perdido la sonrisa dudosa y ya no eran rojos.
La Celestina decidió cobrar más por sus servicios y de allí surgió la idea de cambiarle su nombre por otro que resaltara mas sus condiciones, o simplemente que fuera mas sonoro. Para no alejarse tanto la llamaron Carolina. La Lina no protestó - ¿ qué importancia tenía ¿- lo que había que hacer era lo mismo , y dicen que le gustó el llamarse Carolina , que le sonaba mejor , como algo que iba rodando…y no estaba equivocada , sin darse cuenta era algo que iba rodando.- Siempre la misma cara : los labios finos, pegados , comisuras hacia abajo , como un arco iris de un solo color : rojo, que le daba una expresión de sonrisa dudosa , porque no se sabía si empezaba a reirse o terminaba de hacer un “ puchero “.
Era de buen carácter . La única vez que la sacaron de quicio poniéndola furiosa fue aquella noche en tiempos de la Feria Rural , cuando un paisano venido de Federal se sacó su cinto- rastra tachonado de monedas , la camisa y el chaleco , dejando el torso desnudo , dejándose la bombacha bataraza y las botas con enormes nazarenas puestas .- ¿ Vaya uno a saber ¿.- de prudente nomás . Después de cuatro días fuera de su querencia, sin lavarse los pies y sin cambiarse las medias, el hombre desconfiaba de su natural perfume . Había estado trotando por la pista tironeando del cabestro al aspirante a campeón y natural era su criollo pudor.
En su quehacer erótico Carolina gustaba dejarse las medias puestas ,le parecía mas sexy. Hojeando “ Para Ti” en horas de poca clientela, había visto modelos con piernas que según ella, parecían las suyas.
El enganchón fue tan grande, con un desgarro tal como el viaje desde la Barra de Cuarein de donde la bagallera brasilera se las había traído .
No eran comunes esos arranques en Carolina , pero de un manotón tiró el velador y todo el quilombo quedó a oscuras porque junto al velador cayó una jarra con naranja Urreta que fue a dar a un enchufe . Entre los que esperaban turno había quien entendía de cables y entre varios comedidos , con fósforos y encendedores se terminó el apagón. Dicen que el paisano no se repuso ; nunca había oido hablar de inhibición psíquica , pero se vistió y se fue , sintiéndose tal vez menos gaucho que a su llegada. La Celestina se tragó la bronca y no dijo nada . Carolina daba buenos dividendos , bien valía un apagón. – No era el sumun de la belleza . Sus rasgos mas bien ausentes , pero su piel entre aceituna y parda la hacía distinta. - ¿ distinta a quien ¿.-pienso ahora ,pero ella era algo especial . Su cabeza asomaba graciosa detrás de un par de senos bien proporcionados que apuntaban hacia arriba como palomas listas a volar o como dos cañones por cuyas balas quería uno ser alcanzado . Chica su cintura y generosa grupa , sabía como gustaban aquellos dos hoyitos que a cada lado de su columna marcaban el final de la espalda y el nacimiento de sus nalgas . De coqueta nomás , cuando podía , se daba vuelta como buscando algo para que su eventual pareja se deleitara mirando. Al evocarla me recuerda aquellas andaluzas pintadas por Julio Romero de Torres ,muy lejos de las cabareteras lechosas de Toulouse Lautrec ni las flacas de mirada expectante de Modigliani .
Se me ocurre que algo así habrá sido la Malinche , precioso regalo que el cacique de Tabasco le hizo a Hernan Cortéz y que Don Pedro de Alvarado , el poeta que trajera en su expedición ,describió con tanto ardor : “ hermoso ejemplar de hembra tostado por el fuego del sol mejicano” , o así la habrán visto aquellos rudos extremeños , pero españoles al fín , despues de largas abstinencias atravesando mares y selvas .
Los años pasan , las cosas que fueron, dejan de ser . Mucho queda en el olvido . Es mentira que “ veinte años no es nada “.
Yo volví a mi patria chica .
Nunca juego a la lotería . Me conmovió aquella vieja de melena desgreñada que me extendía un billete con mano sarmentosa . Reconocí aquellos labios apretados , curvos hacia abajo como un arco iris . Habían perdido la sonrisa dudosa y ya no eran rojos.
Nubes.
A la sombra de un naranjo descanso en paz mirando el cielo azul en una de las tantas siestas en la quinta.
El viento deshilacha las nubes , arquetipo de lo fugaz y transitorio. Las barre como plumas por la brisa de aquel verano sofocante y sensual.- Las miro sin pestañear , sé que estarán poco tiempo . La nube no espera . Invitación a la nostalgia , aunque el adolescente tenga poco material para nombrar ese sentimiento que en aquel momento me invadía .- No sabía que aquello era nostalgia.
Hoy me abruma aquel pasado al saber que estoy más cerca del arco iris . Nada para , todo fluye.
-¡Como te vas , vida mía ¡.-
El viento deshilacha las nubes , arquetipo de lo fugaz y transitorio. Las barre como plumas por la brisa de aquel verano sofocante y sensual.- Las miro sin pestañear , sé que estarán poco tiempo . La nube no espera . Invitación a la nostalgia , aunque el adolescente tenga poco material para nombrar ese sentimiento que en aquel momento me invadía .- No sabía que aquello era nostalgia.
Hoy me abruma aquel pasado al saber que estoy más cerca del arco iris . Nada para , todo fluye.
-¡Como te vas , vida mía ¡.-
Catalina Marginot
Catalina Marginot viene arrastrando sus carnes caducas
por la ancha vereda de la Plaza Santa Rosa.
El “tira” viejo la deja pasar sin verla
Su tranco indolente , su grasienta melena de rubia usurpadora.
Con su mirada triste y perdida
Soñadora de tiempos que ya fueron
En los salones rojos de “Madame Safó”;
Nobleza prostibularia de la calle Pichincha
-¿ A quien atrapa con sus alas rotas Catalina Marginot ,
la caduca estrella de quilombos viejos ?
Un tufo agrio y estridente de sus carnes gastadas
de golpes y de camas cómplices.
Ya todo quedó en aquel pasado de halagos mentirosos
Y del abismo que no intenta ver
ya brotan vapores de finales
que no quiso imaginar.
*
La conocí ya vieja y vencida por los años y la vida en aquella milenaria profesión.Rosario, año 1959.- Catalina era el tributo quincenal y rutinario de Moralidad Pública; desvergonzado nombre de una sección de la División de Investigaciones de la Policía ; dirigida por inmorales y corruptos inquisidores vigilantes de la moral y buenas costumbres de la sociedad.
por la ancha vereda de la Plaza Santa Rosa.
El “tira” viejo la deja pasar sin verla
Su tranco indolente , su grasienta melena de rubia usurpadora.
Con su mirada triste y perdida
Soñadora de tiempos que ya fueron
En los salones rojos de “Madame Safó”;
Nobleza prostibularia de la calle Pichincha
-¿ A quien atrapa con sus alas rotas Catalina Marginot ,
la caduca estrella de quilombos viejos ?
Un tufo agrio y estridente de sus carnes gastadas
de golpes y de camas cómplices.
Ya todo quedó en aquel pasado de halagos mentirosos
Y del abismo que no intenta ver
ya brotan vapores de finales
que no quiso imaginar.
*
La conocí ya vieja y vencida por los años y la vida en aquella milenaria profesión.Rosario, año 1959.- Catalina era el tributo quincenal y rutinario de Moralidad Pública; desvergonzado nombre de una sección de la División de Investigaciones de la Policía ; dirigida por inmorales y corruptos inquisidores vigilantes de la moral y buenas costumbres de la sociedad.
Aquella playa del papel
Dosificar la nostalgia es una imposición que a veces cuesta cumplir a rajatablas para no comvertirla en melancolía.Ante un hecho determinado surge la reacción “resorte”espontánea con escasa o nula autocensura previa, felizmente interfiere y saca del apuro el raciocinio.
-¿Y a qué viene esta reflexión?-
Porque llega a mi memoria una vieja estampa que creía olvidada, tal vez de alguna revista española de las tantas que se acumulaban en la piecita del fondo de casa de la abuela Petra:”Ilustración artística”, “Mundo hispánico”, entre tantas.-“Costa andaluza”, rezaba al pie de la hoja. Era una playa con fondo de dunas bajas cubiertas de arbustos que me recordaban las cinas-cinas que abundaban en mi zona de quintas de naranjales y viñedos.Por esa playa caminaban a pasos que imaginaba lentos, dos burritos, uno detrás del otro, y ya adolescente, relacionándolos con mis lecturas y clases de Castellano, si uno de esos burritos no sería” Platero”. Dos baturros completaban la escena. A mi madre le gustó tanto aquella lámina, que decidió enmarcarla y llegó a formar parte de nuestro living-comedor de la casa de la quyinta. Hubo mudanzas qub avatares de la vida exigieron, la quinta se vendió y la familia fue a vivir a la ciudad y con el tiempo la familia se fue desmembrando con el casamiento de mis hermanas y mi marchar a Rosario para estudiar Medicina.tres mudanzas, hasta la última en que recuerdo el cuadro. Después de la muerte de mis padres, lo perdí de vista y hasta creí que también en mi memoria. Pregunté a mis hermanas por el destino de ese cuadro de aparente sencillez, pero tan significativo para mí y aunque no con mi obsesión, ellas también lo recordaban colgado en el comedor de la última casa en que vivivieron.
Quedaron pensativas y tristes con mi pregunta y yo se por que o quiero presumirlo…-esa costa andaluza contempló nuestros juegos de niños, con la victrola, la radio a baterías y la lámpara “Aladino”. Mi teatro de títeres, nuestras revistas para cortar figuritas, la tijera de punta redonda y en invierno el brasero con el tarro donde hervía el agua con hojas de eucaliptus, para calentar el ambiente y matar microbios, como decía mi madre, muy convencida mientras esperábamos la llegada de nuestro padre para la cena.
*
Quiero pensar que aquella playa de papel que contemplaba nuestros juegos, voló
-¿Y a qué viene esta reflexión?-
Porque llega a mi memoria una vieja estampa que creía olvidada, tal vez de alguna revista española de las tantas que se acumulaban en la piecita del fondo de casa de la abuela Petra:”Ilustración artística”, “Mundo hispánico”, entre tantas.-“Costa andaluza”, rezaba al pie de la hoja. Era una playa con fondo de dunas bajas cubiertas de arbustos que me recordaban las cinas-cinas que abundaban en mi zona de quintas de naranjales y viñedos.Por esa playa caminaban a pasos que imaginaba lentos, dos burritos, uno detrás del otro, y ya adolescente, relacionándolos con mis lecturas y clases de Castellano, si uno de esos burritos no sería” Platero”. Dos baturros completaban la escena. A mi madre le gustó tanto aquella lámina, que decidió enmarcarla y llegó a formar parte de nuestro living-comedor de la casa de la quyinta. Hubo mudanzas qub avatares de la vida exigieron, la quinta se vendió y la familia fue a vivir a la ciudad y con el tiempo la familia se fue desmembrando con el casamiento de mis hermanas y mi marchar a Rosario para estudiar Medicina.tres mudanzas, hasta la última en que recuerdo el cuadro. Después de la muerte de mis padres, lo perdí de vista y hasta creí que también en mi memoria. Pregunté a mis hermanas por el destino de ese cuadro de aparente sencillez, pero tan significativo para mí y aunque no con mi obsesión, ellas también lo recordaban colgado en el comedor de la última casa en que vivivieron.
Quedaron pensativas y tristes con mi pregunta y yo se por que o quiero presumirlo…-esa costa andaluza contempló nuestros juegos de niños, con la victrola, la radio a baterías y la lámpara “Aladino”. Mi teatro de títeres, nuestras revistas para cortar figuritas, la tijera de punta redonda y en invierno el brasero con el tarro donde hervía el agua con hojas de eucaliptus, para calentar el ambiente y matar microbios, como decía mi madre, muy convencida mientras esperábamos la llegada de nuestro padre para la cena.
*
Quiero pensar que aquella playa de papel que contemplaba nuestros juegos, voló
Meditaciones del atardecer
17-2-08.
Desde hace 6 años en que colgué “La última chaquetilla”, las cosas cambiaron y para mucho.-Dejé de ejercer como médico; no dejé de ser médico; lo seré hasta que muera , no por que el título no caduca, sino por que me siento médico en todo momento y actos de mi vida , obro como médico, siento como médico.. En estos años he leído mucho más de lo imaginado, un sueño dorado cumplido.Tengo mas tiempo para pensar , sin dejar de pensar en lo que dijo Giordano Bruno:” Cuando se piensa demasiado se aburre uno de vivir”, pero ningún refrán , venga de donde venga , lo tomo al pié de la letra.
Ya no debo preocuparme pensando si el paciente que operé ayer de una obstrucción intestinal ya eliminó gases, está orinando lo suficiente o levantó fiebre o si la de diverticulitos sangrantes, dejó de sangrar.
Y este es ahora mi problema: no tener problemas.Estoy preocupado por no tener que preocuparme.
Extraño el calor humano del paciente, ese pin-pon de flujo sentimental entre ambos, esa compenetración mutua que siempre percibí , o casi siempre, con mis pacientes, por eso nunca habìa pasado por mi cabeza “ dejar de ser médico”, no me importa pecar de vanidoso.Esta fue la ambrosía que alimentó mi vida por mas de 40 años , porque ya siendo practicante ese contacto me sedujo y no tengo duda que fue lo mas importante de mi vida.- ¿ Será parte de la tragedia de la vida?.-Tambien tengo escrita reflexiones que no tienen este tono trágico , tan, pesimista aparentemente, se que sólo soy realista.A lo largo del día cambiamos continuamente.. y la vida vale la pena.
He leído muchas veces y desde hace mucho tiempo, “El mundo visto desde los 80”, de Don Ramón y Cajal y “Charlas de café”, por no nombrar todo lo que este sabio ha escrito. Junto a Unamuno, Marco Aurelio, Giordano Bruno, Lubock, Emerson, José Ingenieros, Sarmiento, Alberdi y otros mas, son mis guías y confesores a quienes siempre pido ayuda ; cada uno, según el tipo de consultas que debo hacer y nunca me defraudan.
En algún escrito anterior digo que en mi vida tuve pocas desilusiones por que nunca exageré las expectativas.Ya no pienso lo mismo; tengo desilusiones , con sus consecuencias: la tristeza que me es el peor de los sentimientos, el que me hace caer los brazos y tambalear en la marcha hacia delante, pero siempre se sacan fuerzas para reponerse; pero todo esto es parte de la vida misma y no caben reclamos, las cosas son como son y no pensar que somos imcomprendidos, ese sentimiento tan denigrante con los que muchos no se hacen cargo de sus responsabilidades perdiendo la dignidad, ese sentimiento tan español que no quiero perder.Para eso me he pavoneado toda mi vida teniendo como paradigma al Caballero español, estonces, aguantarse sin chillar.
*
Me sigo interesando por las cosas. Hace tres años me di cuenta de que todavía no me iba a morir,aunque con 76 años esto puede ocurrir en cualquier momento sin que la parca tenga que pedirme disculpas; pero me dije: si es así, pues a seguir viviendo.Me gusta y gozo de la buena mesa, de los buenos vinos y de la buena cerveza y del bajo nivel en los placeres de la cama sería necedad protestar sin pedirle a la naturaleza más de lo asignado, me consuela el haberlo aprovechado cuando pude y la cama tambien es buena para dormir.
- Yo, que viví “ un contínuo fluir de emociones , en renovación perpetua , empezando a vivir cada día”, al decir de mi querido paradigma Unamuno.
----------------------
Desde hace 6 años en que colgué “La última chaquetilla”, las cosas cambiaron y para mucho.-Dejé de ejercer como médico; no dejé de ser médico; lo seré hasta que muera , no por que el título no caduca, sino por que me siento médico en todo momento y actos de mi vida , obro como médico, siento como médico.. En estos años he leído mucho más de lo imaginado, un sueño dorado cumplido.Tengo mas tiempo para pensar , sin dejar de pensar en lo que dijo Giordano Bruno:” Cuando se piensa demasiado se aburre uno de vivir”, pero ningún refrán , venga de donde venga , lo tomo al pié de la letra.
Ya no debo preocuparme pensando si el paciente que operé ayer de una obstrucción intestinal ya eliminó gases, está orinando lo suficiente o levantó fiebre o si la de diverticulitos sangrantes, dejó de sangrar.
Y este es ahora mi problema: no tener problemas.Estoy preocupado por no tener que preocuparme.
Extraño el calor humano del paciente, ese pin-pon de flujo sentimental entre ambos, esa compenetración mutua que siempre percibí , o casi siempre, con mis pacientes, por eso nunca habìa pasado por mi cabeza “ dejar de ser médico”, no me importa pecar de vanidoso.Esta fue la ambrosía que alimentó mi vida por mas de 40 años , porque ya siendo practicante ese contacto me sedujo y no tengo duda que fue lo mas importante de mi vida.- ¿ Será parte de la tragedia de la vida?.-Tambien tengo escrita reflexiones que no tienen este tono trágico , tan, pesimista aparentemente, se que sólo soy realista.A lo largo del día cambiamos continuamente.. y la vida vale la pena.
He leído muchas veces y desde hace mucho tiempo, “El mundo visto desde los 80”, de Don Ramón y Cajal y “Charlas de café”, por no nombrar todo lo que este sabio ha escrito. Junto a Unamuno, Marco Aurelio, Giordano Bruno, Lubock, Emerson, José Ingenieros, Sarmiento, Alberdi y otros mas, son mis guías y confesores a quienes siempre pido ayuda ; cada uno, según el tipo de consultas que debo hacer y nunca me defraudan.
En algún escrito anterior digo que en mi vida tuve pocas desilusiones por que nunca exageré las expectativas.Ya no pienso lo mismo; tengo desilusiones , con sus consecuencias: la tristeza que me es el peor de los sentimientos, el que me hace caer los brazos y tambalear en la marcha hacia delante, pero siempre se sacan fuerzas para reponerse; pero todo esto es parte de la vida misma y no caben reclamos, las cosas son como son y no pensar que somos imcomprendidos, ese sentimiento tan denigrante con los que muchos no se hacen cargo de sus responsabilidades perdiendo la dignidad, ese sentimiento tan español que no quiero perder.Para eso me he pavoneado toda mi vida teniendo como paradigma al Caballero español, estonces, aguantarse sin chillar.
*
Me sigo interesando por las cosas. Hace tres años me di cuenta de que todavía no me iba a morir,aunque con 76 años esto puede ocurrir en cualquier momento sin que la parca tenga que pedirme disculpas; pero me dije: si es así, pues a seguir viviendo.Me gusta y gozo de la buena mesa, de los buenos vinos y de la buena cerveza y del bajo nivel en los placeres de la cama sería necedad protestar sin pedirle a la naturaleza más de lo asignado, me consuela el haberlo aprovechado cuando pude y la cama tambien es buena para dormir.
- Yo, que viví “ un contínuo fluir de emociones , en renovación perpetua , empezando a vivir cada día”, al decir de mi querido paradigma Unamuno.
----------------------
Meditaciones del atardecer 3
Detesto lo que sea simulación.Nunca me teñi el cabello ni usé peluca ni implantes de ningún tipo.No tendría autos con vidrios polarizados ni me ocultaría detrás de un pasamontañas con un garrote en la mano.
*
Meditaciones del atardecer
Opinar y decretar.
Respeto a quien opina , no al que decreta con intolerancia y autoritarismo, que no es lo mismo que opinar con autoridad.
-¡ Vos estás equivocado!- es lo más agraviante que puedo escuchar.
*
Miro hacia atrás, analizo mis años vividos. Paradójicos , contradictorios y me parece bueno que así sea por que son auténticos. Me dicen: -este soy yo- , cambiante, siempre detesté la monotonía , lo siempre igual, la fidelidad estúpida a cánones establecidos y aceptados como si fueran virtudes indiscutibles.
Decirle más seguido al “otro”:- Tenés razón.- es señal de seguir aprendiendo. Vivo con la verdad penúltima defendiendo la duda.
*
La vida es un libro que vivimos leyendo , pero hay muchos miopes.
*
A loa gente y a las cosas las matamos cuando las olvidamos , está vivo todo aquello que recordamos.
*
Seguiré vivo y sintiéndome bien, mientras conserve la capacidad de enojo.
*
Meditaciones del atardecer
Opinar y decretar.
Respeto a quien opina , no al que decreta con intolerancia y autoritarismo, que no es lo mismo que opinar con autoridad.
-¡ Vos estás equivocado!- es lo más agraviante que puedo escuchar.
*
Miro hacia atrás, analizo mis años vividos. Paradójicos , contradictorios y me parece bueno que así sea por que son auténticos. Me dicen: -este soy yo- , cambiante, siempre detesté la monotonía , lo siempre igual, la fidelidad estúpida a cánones establecidos y aceptados como si fueran virtudes indiscutibles.
Decirle más seguido al “otro”:- Tenés razón.- es señal de seguir aprendiendo. Vivo con la verdad penúltima defendiendo la duda.
*
La vida es un libro que vivimos leyendo , pero hay muchos miopes.
*
A loa gente y a las cosas las matamos cuando las olvidamos , está vivo todo aquello que recordamos.
*
Seguiré vivo y sintiéndome bien, mientras conserve la capacidad de enojo.
Meditaciones del atardecer.
“Búscanse para descansar las apacibles soledades del
campo, en las orillas del mar,en las montañas…
en un capricho vulgar, no consiste sino en recogerse a
cualquier hora, dentro de uno mismo”.
(Los doce libros, de Marco Aurelio.)
Yo agregaría que “las pequeñas soledades”se logran en los ocasionales viajes, en el remanso de una tarde junto al lago, en nuestras rituales siestas pueblerinas y en ese retiro interior, que a pesar del bullicio cotidiano, todo hombre puede lograr.
Y no hay fuerza que nos prohiba usar de nuestra libertad de pensamiento.
“Pienso, luego existo”.-el concepto cartesiano sigue vigente.
El aforismo es el recurso de un filósofo frustrado.No le dio para más y se quedó en el pensamiento corto.
Cada aforismo tiene su “contraaforismo”: -No por mucho madrugar se amanece más temprano-versus-Al que madruga Dios lo ayuda.
No sirven para nada ,son simples ejemplos dialécticos, juegos de sofistas amateurs.
Conclusión:el aforismo es desconcertante, sólo entretiene. A mucha gente los ayuda por su efecto complaciente.Quién lo dice, lo repite y cree estar en lo cierto, mejora su autoestima, entonces sirve para algo y para alguien.
Después de leer aforismos, sacamos conclusiones ilusorias.Lo ingenuo de estas verdades, nos hace pensar que todo está resuelto.El colmo del conformismo, los menos interesados seriamente en los problemas de la vida son los más proclives a guiarse por ellos, y les resulta muy cómodo.
Me gustan las contradicciones.
Algunas veces en serio, otras, en solfa, según mi estado de ánimo del alegre itálico o del trágico español;acorde al gen dominante, o al más despabilado en el momento de escribir.
Esta es la vida. Combinación y alternancia. Choque y conflicto.Racionalista y soñador.
No hay nada menos serio que tomarse demasiado en serio.
“Como todas las substancias corrosivas, el ingenio y el humor tienen que utilizarse con cautela”
Georg Christoph Liechtemberg.
Ser alegre es estar contento hasta los lunes.
La mejor caricarura me la hizo el tiempo y el espejo me la muestra cada mañana.
*
Siento el peso de mi larga historia y su añoranza me duele.
*
Vivir es estar al acecho,todo puede ocurrir.
*
No es necesario ser solemne para tomarse las cosas en serio.
*
En la mayor parte de la gente la voluntad no va mas allá de un simple deseo.
*
Lo cotidiano es lo verdaderamente transcendental; lo que echamos de menos cuando falta.
*
Nada mas inverosímil que verdades absolutas.
*
La duda es el motor conque avanza el mundo.
*
El tiempo está a disposición de todos; como aprovecharlo, queda a cargo de cada uno.
*
Vivir es ir sacando conclusiones.
*
Esperar es el ejercicio mas violento que muchos hacen a lo largo de su vida.
*
Hablar de uno mismo es un tema interminable, y para el otro, insoportable.
*
La falta de esperanza hace feroces a los hombres.
*
Las ternezas, me hacen llorar, pero la ira apaga mi llanto, y afirma mi postura ante la vida.
*
Toda muerte redime.
El hecho de morir nos hace buenos.
En ninguna placa dice: “Aquí yace un desgraciado que en la vida hizo otra cosa que daño”.
*
Vivir es participar en la comedia.
*
La vida es una partida de ajedrez. Mover las piezas acorde a un plan establecido sin olvidarse de tener en cuenta los movimientos del otro.
*
Cuando me siento mal, hasta el mundo me queda chico.
*
No hay promesa más sincera y vulnerable que la de los enamorados.
*
Es malo no tener sueño; peor es no tener sueños.
*
Lloro por las vidas que ya no podré vivir.
Me iluminó el Aretino
No hay mejor sala de acuerdos que una cama de dos plazas.
*
Me contó mi mujer que leyó en una revista lo saludable que era para una pareja mayor, hacer el amor tres veces a la semana.No me atreví a preguntarle si leyó la letra chica.
*
Es indiscutible la fidelidad de Eva.
*
Un malevo del 900 sería hoy un amante torpe;su machismo lo haría aburrido para una mujer moderna.
A mi edad no enciendo hogueras, pero no quiero perder mi llama piloto.
*
Dedicatoria en un libro que regalé a mi mujer: “A mi mujer, mi gran amor,mi mejor amante, mi mejor amiga”.
*
Esperar a una mujer tiene algo de agonía.
Lleno mis ojos de cuerpos perfectos,enturbian mi entendimiento,perturban mi paz,exalta mi imaginación; pero una voz interior me recuerda que la naturaleza tiene sus tiempos y que se cumplen en forma inexorable.
*
Dios creo a la mujer para complicar las religiones.
*
Hay algo inquietante en el ambiente: hay una mujer.
*
Acumulo recuerdos para llenar el vacío que dejaste.
*
Hay mujeres que semejan perritos falderos; mueven la cola para llamar la atención.
*
Una conversación sin mujeres tiene algo de dietético; le falta sal.
*
Hay mujeres con nombres de flores: Rosa, Azucena, Violeta; son las que adornan el jardín de la vida.
*
Los lances amorosos que cuentan los hombres en sus memorias los enaltece, los que cuentas las mujeres, las condenan.
*
Huir de la tentación, pero no tan rápido como para no ser alcanzado.
-¡No me vengas con cuentos!.-Se lo habrán dicho alguna vez a Sherezade.
*
Había cambiado mucho, hacía años que no la veía; la recordaba como una chica tímida,insignificante, sin dejar nada a su paso.Ahora su expresión corporal anunciaba su presencia. Lo que mas me impresionó fueron sus ojos.-Ya no miraba, imploraba.-
*
Un buen marido debe conservar a través del tiempo, un niño dentro y un sátiro latente.
*
Con manzanas tentadoras, Río Negro podría haber sido el Edén.La Biblia dice: “comieron, se abrieron entonces los ojos de ambos y supieron que estaban desnudos”.-Conclusión: el comer manzanas cura la ceguera.
*
Los bostezos de parejas son las cachetadas del amor.
*
Hay hombres que se jactan de su moralidad en cuanto a fidelidad conyugal gracias a la implacable declinación biológica que le traen los años.
*
Después de una noche de amor, un matrimonio no sólo se encuentra mas unido, sino que se sienten cómplices.
Meditaciones del atardecer
Sin darse cuenta la vida lo pasó por encima.
*
El ser humano es estúpido y como tal, peligroso.
*
El mérito no es vivir,sino que hacer con la vida.
*
La vida es una guerra y cada día una batalla a ganar para seguir haciendo historia.
*
No me preguntes qué pienso,pregúntame qué hago.
*
Las cosas no son como fueron sino como las recordamos.
*
Nos parecemos al gato; nos gusta que nos acaricien el lomo.
*
No quiero decaer; quiero caer.
Decaer es agotarse, declinar,caducar, flaquear.
Caer es definitivo; menos degradante.
El que cae desaparece, se va, sucumbe, deja de ser.
Lo recordarán como fue en su esplendor. No tendrá testigos de su decadencia , por que no la tuvo.
*
El hombre.El eterno inmaduro.
Una parte de la humanidad, creyéndose más cuerda y formal, se ocupa de la otra mitad creando instituciones y mecanismos de control para vigilarla.
Delinquir, alterar el orden natural es la tendencia compulsiva.
Sin control, se desvía y viola el derecho ajeno.
El hombre es el único ser viviente que “ se porta mal”.
Niño durante toda su vida.- El pone sus límites y él mismo los viola.
En ese falso control y búsqueda del equilibrio ideal consume su energía.
De su conducta derivan las guerras.Quizá sean imprescindibles para mantener el equilibrio ecológico.
*
El peor de los defectos es desconocer los nuestros.
*
Para muchos, entre lo intolerable está el éxito ajeno.
*
Hay quien aparenta ser bueno por que está de perdedor.
*
Vida y muerte.Dos palabras femeninas.En la mujer está todo el misterio de la vida.
El Alfa y el Omega.
*
Ser valiente no es desconocer el miedo; es enfrentar el peligro a pesar del miedo.
*
No creo en el diablo, pero lo tengo en cuenta para justificar muchas cosas.
*
Desconfío de la casualidad. Ocurre que no siempre conocemos las verdaderas causas de aquello que recibimos como efecto.
*
No necesita halagos quien escucha el aplauso de su conciencia.
*
Ser muy crédulo es una enfermedad, pero cura con el tiempo.
*
Detrás de un violento hay un cobarde.
*
La Muerte.
Es lo que vamos postergando a medida que vivimos.
*
Ir a un velorio es la forma mas segura de sentirse vivo.
*
Viejos tiempos; épocas de policías aburridos.
*
La incertidumbre es lo que da encanto y sabor a la vida.
*
-¡Qué bien conservado estás!.-
Piropo que me hace sentir un frasco de pickles.
*
No es lo mismo vivir mucho que tardar en morir.
*
Era feliz soñando; pero usé la razón.
*
Sin sueños no se logran realidades.
*
Soledad y felicidad son incompatibles; la felicidad llega sólo compartida.
*
A veces me resulta difícil convivir conmigo.
*
El paso de los años me hace avaro con el tiempo.
*Ningún virus o bacteria ha logrado superar el poder destructivo del hombre.
*
El ser humano es estúpido y como tal, peligroso.
*
El mérito no es vivir,sino que hacer con la vida.
*
La vida es una guerra y cada día una batalla a ganar para seguir haciendo historia.
*
No me preguntes qué pienso,pregúntame qué hago.
*
Las cosas no son como fueron sino como las recordamos.
*
Nos parecemos al gato; nos gusta que nos acaricien el lomo.
*
No quiero decaer; quiero caer.
Decaer es agotarse, declinar,caducar, flaquear.
Caer es definitivo; menos degradante.
El que cae desaparece, se va, sucumbe, deja de ser.
Lo recordarán como fue en su esplendor. No tendrá testigos de su decadencia , por que no la tuvo.
*
El hombre.El eterno inmaduro.
Una parte de la humanidad, creyéndose más cuerda y formal, se ocupa de la otra mitad creando instituciones y mecanismos de control para vigilarla.
Delinquir, alterar el orden natural es la tendencia compulsiva.
Sin control, se desvía y viola el derecho ajeno.
El hombre es el único ser viviente que “ se porta mal”.
Niño durante toda su vida.- El pone sus límites y él mismo los viola.
En ese falso control y búsqueda del equilibrio ideal consume su energía.
De su conducta derivan las guerras.Quizá sean imprescindibles para mantener el equilibrio ecológico.
*
El peor de los defectos es desconocer los nuestros.
*
Para muchos, entre lo intolerable está el éxito ajeno.
*
Hay quien aparenta ser bueno por que está de perdedor.
*
Vida y muerte.Dos palabras femeninas.En la mujer está todo el misterio de la vida.
El Alfa y el Omega.
*
Ser valiente no es desconocer el miedo; es enfrentar el peligro a pesar del miedo.
*
No creo en el diablo, pero lo tengo en cuenta para justificar muchas cosas.
*
Desconfío de la casualidad. Ocurre que no siempre conocemos las verdaderas causas de aquello que recibimos como efecto.
*
No necesita halagos quien escucha el aplauso de su conciencia.
*
Ser muy crédulo es una enfermedad, pero cura con el tiempo.
*
Detrás de un violento hay un cobarde.
*
La Muerte.
Es lo que vamos postergando a medida que vivimos.
*
Ir a un velorio es la forma mas segura de sentirse vivo.
*
Viejos tiempos; épocas de policías aburridos.
*
La incertidumbre es lo que da encanto y sabor a la vida.
*
-¡Qué bien conservado estás!.-
Piropo que me hace sentir un frasco de pickles.
*
No es lo mismo vivir mucho que tardar en morir.
*
Era feliz soñando; pero usé la razón.
*
Sin sueños no se logran realidades.
*
Soledad y felicidad son incompatibles; la felicidad llega sólo compartida.
*
A veces me resulta difícil convivir conmigo.
*
El paso de los años me hace avaro con el tiempo.
*Ningún virus o bacteria ha logrado superar el poder destructivo del hombre.
El gendarme
Todos los días lo vimos pasar por la vereda, frente a la casa de la abuela Petra. Sentados en el umbral nos parecía muy alto, bastante morocho, levantados sus pómulos, con aire aindiado y con pinta de Jack Palance; prototipo del villano de película; nos hubiera perecido a Atila si no fuera tan alto. Tal vez nunca se fijó en aquellos gurises que lo veían pasar. Su gesto era fiero. Mas que pasar parecía desfilar por la vereda con su uniforme verde, golpeando fuerte los tacos, haciendo sonoro y rítmico su andar con impertinente gesto irónico y siempre mirando hacia delante. Nos pasaba casi rozando ,pero nunca se dignó mirar a esos gurises , como si no fuéramos dignos de su atención , detalle que aumentaba nuestra inquina..Eramos los 5 o 6 integrantes de “ la barra de la esquina”; casi todos hijos de ferroviarios. Los de aquellos que ocupaban puestos jerárquicos , eran antiperonistas,los de menor jerarquía, todos peronistas .Maniqueismo de la época..Se era peronista o antiperonista.,diferencia que nunca empañó nuestra amistad. Por el gendarme compartíamos in sentimiento común: miedo y odio.Yo, como “ contrera”, lo tenía muy claro. Relacionaba todo lo uniformado con el peronismo y eso ya era suficiente para emitir juicios .Los únicos uniformados que me resultaban simpáticos eran los del Ejército de Salvación, que los teníamos en el barrio, el cadete de Gath y Chavez y el acomodador y chocolatinero del Odeon.En el barrio se rumoreaba que el gendarme de esta historia le había puesto el caño de la pistola en la boca de un chico por que no quería gritar -¡Viva Perón!- y que intencional o no el tiro había salido matándolo en el acto.El ambiente político de la época hacía creible semejante versión por mas irracional que fuera..Formaba parte de los miedos cotidianos.Nunca supimos que había de cierto en aquella historia , pero con ella nos quedamos y con el miedo consecuente.
Cincuenta años después , este gurí volvía a Concordia con su flamante diploma de médico y a casi 20 años de la caída de Perón ,allá en el 55.Aquel temible gendarme con estampa de S.S había quedado sepultado entre los tantos recuerdos de mi niñez.. Un día aparece en mi consultorio , ya con cara de viejo. Tantos años pasados habían borrado aquel gesto fiero, haciendo de él ,solo un anciano feo.
Hemorroides de vieja data con fluxiones periódicas motivaron su consulta, que se fueron repitiendo y cada vez el vínculo afectivo se hacía mas estrecho. Charlando lo”llevé” al pasado, a nuestro viejo barrio de la Estación Urquiza, donde vivíamos.Me aseguró recordar a los chicos sentados en el umbral del zaguán de la calle 9 de julio, pero fue por cortesía, no queriendo desinflar mi globo de nostalgia que pudo ver en la expresión de mi cara. Me contó que tenía una hija y un hijo casados, que habían mitigado su viudez dándole un nieto cada uno. Ya hacía algunos años que había muerto su esposa._ Nunca me pude consolar._ me repitió muchas veces .Con el tiempo, toda la familia pasó por mi consultorio por diversas afecciones creándose entre nosotros un sentimiento donde los temas iban mas allá de lo estrictamente profesional.
-¿ Sería cierta la versión que en aquellos años corría por el barrio?.-Prefería creer que aquello no ocurrió, que era obra del encono que en ese entonces enturbiaba nuestro juicio.
Operé sus hemorroides a ese viejo gendarme.-¡Ironías del destino!.-Tanto miedo le teníamos y después con que mansedumbre , en posición de” plegaria mahometana” se sometía a mi profesional tacto rectal., algo impensado, tal vez, si conservaba algo del machismo peculiar de cualquier integrante de las fuerzas armadas.
Angel Oscar Cutro (2008)
Cincuenta años después , este gurí volvía a Concordia con su flamante diploma de médico y a casi 20 años de la caída de Perón ,allá en el 55.Aquel temible gendarme con estampa de S.S había quedado sepultado entre los tantos recuerdos de mi niñez.. Un día aparece en mi consultorio , ya con cara de viejo. Tantos años pasados habían borrado aquel gesto fiero, haciendo de él ,solo un anciano feo.
Hemorroides de vieja data con fluxiones periódicas motivaron su consulta, que se fueron repitiendo y cada vez el vínculo afectivo se hacía mas estrecho. Charlando lo”llevé” al pasado, a nuestro viejo barrio de la Estación Urquiza, donde vivíamos.Me aseguró recordar a los chicos sentados en el umbral del zaguán de la calle 9 de julio, pero fue por cortesía, no queriendo desinflar mi globo de nostalgia que pudo ver en la expresión de mi cara. Me contó que tenía una hija y un hijo casados, que habían mitigado su viudez dándole un nieto cada uno. Ya hacía algunos años que había muerto su esposa._ Nunca me pude consolar._ me repitió muchas veces .Con el tiempo, toda la familia pasó por mi consultorio por diversas afecciones creándose entre nosotros un sentimiento donde los temas iban mas allá de lo estrictamente profesional.
-¿ Sería cierta la versión que en aquellos años corría por el barrio?.-Prefería creer que aquello no ocurrió, que era obra del encono que en ese entonces enturbiaba nuestro juicio.
Operé sus hemorroides a ese viejo gendarme.-¡Ironías del destino!.-Tanto miedo le teníamos y después con que mansedumbre , en posición de” plegaria mahometana” se sometía a mi profesional tacto rectal., algo impensado, tal vez, si conservaba algo del machismo peculiar de cualquier integrante de las fuerzas armadas.
Angel Oscar Cutro (2008)
Caracol
En el fondo de la casa con tupido tartagal
De la tan querida y recordada abuela Petra.
Un caracol con mucha ambición y poco tino
De sopetón abrió una inmobiliaria.
Demostró escasa visión aquel molusco
Que mal miró el mercado prometido;
Tal vez envanecido por supuestos galardones,
Vanidoso de ser un pulmonado
Que bautizó Linneo sabiamente
Del orden de los muy encopetados
Y distinguidos estilomatóferos
Insistió con tesón vender lo fabricado,
Eran casas seguras, livianas, brillaban
Con el sol que del cielo recibían .
Arrastrando su panza pegajosa
Un viejo y sabio caracol llegó a su lado,
Miró con ternura al hacedor de sueños
-Erraste de lugar, molusco apresurado,
aquí entre caracoles todo el mundo ya nace
propietario consumado.
Llegate al pais de las babosas
Muestrales con entusiasmo tu muestrario persuasivo
Y tu suerte ,seguro ha de cambiar
Sin cambiar la costumbre que te anima :
La costumbre de soñar.
De la tan querida y recordada abuela Petra.
Un caracol con mucha ambición y poco tino
De sopetón abrió una inmobiliaria.
Demostró escasa visión aquel molusco
Que mal miró el mercado prometido;
Tal vez envanecido por supuestos galardones,
Vanidoso de ser un pulmonado
Que bautizó Linneo sabiamente
Del orden de los muy encopetados
Y distinguidos estilomatóferos
Insistió con tesón vender lo fabricado,
Eran casas seguras, livianas, brillaban
Con el sol que del cielo recibían .
Arrastrando su panza pegajosa
Un viejo y sabio caracol llegó a su lado,
Miró con ternura al hacedor de sueños
-Erraste de lugar, molusco apresurado,
aquí entre caracoles todo el mundo ya nace
propietario consumado.
Llegate al pais de las babosas
Muestrales con entusiasmo tu muestrario persuasivo
Y tu suerte ,seguro ha de cambiar
Sin cambiar la costumbre que te anima :
La costumbre de soñar.
Alguien lloró en mi velorio
A la zaga de las grandes ciudades , los pueblos del interior siguen cautivos, felizmente para los nostálgicos, de muchos hábitos y costumbres que el llamado “ progreso “ inexorablemente los va desechando y cambiando por otros nuevos ; mientras tanto, dan lugar al goce de experimentar y tenerlas en cuenta , dando origen a sentires y reflexiones como las que motivan mi relato.
Como “ nostálgico incurable”, como dice el viejo valsecito criollo, todas las tardes leo “El Heraldo”por internet yendo sin más demora a la página fúnebre . Como chiste macabro repito el mismo libreto :- lo hago para ver si figuro en la lista .- si no me encuentro, sigo viviendo tranquilo.-
*
Hace unos días muere en mi querida Concordia un pariente cuyo grado de parentezco ninguno de los dos pudimos dilucidar con exactitud , detalle que nunca nos importó por tratarse de algo secundario al afecto que mutuamente nos ligaba desde siempre, relación fortalecida con los años en que se agregó mi condición de médico de toda su numerosa familia y muchos de ellos sangraron alguna vez bajo el filo de mi bisturí .
Hasta hace mas de siete años , en que por motivos que no vienen al caso , después de ejercer mi profesión durante mas de cuarenta años, vine a vivir a Buenos Aires.
Mi pariente se llamaba Angel , como yo, nombre adecuado para pasar el resto de su eternidad en ambiente celestial al que yo no tengo prisa ni esperanzas de llegar.
*
Mi condición de jubilado me permite disponer de tiempo para reflexiones y elucubraciones filosóficas e imaginativas facilitadas por mi natural tendencia a desarrollar con placer veleidades literarias que ocupan mis horas de “ el reposo del guerrero”, imaginándome situaciones y hechos posibles que satisfacen mis tendencia lúdicas .
Fantaseaba imaginando escenas acorde a las viejas y arraigadas idiosincrasias peninsulares del sur , la Basilicata.- Desfilaban revoloteando alrededor de mi cabeza , alaridos de llanto con simulacros de rasgadas vestiduras , crisis histéricas con desmayos espectaculares y comedidas abanicando a la posesa con revistas o elementos a mano adecuado para el caso.
Conociendo la personalidad de Angelito , como lo llamábamos cariñosamente , suponiendo exageraciones por su fama de buena persona en toda la extensión de la palabra, lo consideraba merecedor de semejantes manifestaciones al final de los 93 años bien vividos, bien gozados y bien queridos en que dejó su existencia .
Era un tipo jovial, dicharechero oportuno e ingenioso , rápido y agudo en sus contestaciones , quedándose con la última palabra, mientras su interlocutor se reía por la ocurrencia escuchada.
Hasta que las limitaciones antropológicas que el tiempo le fue imponiendo , mi homónimo fue un Don Juan a la italiana con marcado toque criollo en su delicada rusticidad y aun reconociendo las grandes diferencias culturales nunca dejé de compararlo con el inolvidable “ caballieri” Vitorio De Sica .
*
El velorio llegaba a su fín y personal de la funeraria ponía manos a la obra acercando la tapa del cajón para cubrir para siempre la estampa de mi pariente de la vista del mundo de los vivos.
*
Con paso vacilante, rosario en mano, acariciando sus cuentas nacaradas , una mujer sesentona va recortando su silueta menuda al trasluz de la entrada de la capilla ardiente llegando hasta un costado del cajón , apoyando sus manos e inclinando la cabeza hasta besar la frente de mi querido Angelito , paralizando, para sorpresa de todos, el corolario habitual de un velorio , hasta ese momento sin hechos relevantes para comentar al regreso a casa.
¡Pobrecito mi doctorcito querido ¡.- ¡ Como cuidó a mis padres!.- ¡Operó a toda la familia ¡.
Sin perder el control y haciéndose cargo de la situación , el maestro de ceremonias con la que toda empresa fúnebre cuenta , atento y vigilante , garantizando el desarrollo correcto de la ceremonia llegó de inmediato a la vera de la agradecida y expresiva señora y tomándola cariñosa pero firmemente de los hombros y con el mejor tono , previniendo reacciones desagradables , le dijo:- Señora ,este no es el Dr. Cutro , se llama igual y el doctor está vivo.-
La mujer lo miró fijo abriendo grande los ojos , sus manos se aquietaron cuando del rosario habían pasado tal vez mas de la mitad de las cuentas .
Todo ocurrió en pocos segundos . Su cabeza giró 360º, como faro avisor del papelón que pasaba.- Su cara perdió la máscara de unción con la que había entrado , se irguió recuperada y hasta parecía mas alta que cuando llegó.
¡ Disculpen ¡.- dijo como único comentario y apurando sus pasos tanto como se lo permitían sus piernas flacas , enfiló rumbo a la salida.
Un murmullo con risas mal contenidas fue la melodía que acompañó el cierre del cajón , vehiculo conductor hacia el último destino de Angelito. Completando con el último rito el fínal del velorio en que deudos y amigos se acercan al ataud en busca de una manija , amoroso privilegio , rubricando el afecto hacia el ser querido que parte.
*
Homenaje póstumo que ofrendo a mi querido Angelito . Digno broche de humor a quien tanto amó la vida , rió y provocó risas y si hay algo por el cosmo que hace que los muertos vean al contemplar su velorio , seguro que mi pariente volvió a morirse de risa.
Como “ nostálgico incurable”, como dice el viejo valsecito criollo, todas las tardes leo “El Heraldo”por internet yendo sin más demora a la página fúnebre . Como chiste macabro repito el mismo libreto :- lo hago para ver si figuro en la lista .- si no me encuentro, sigo viviendo tranquilo.-
*
Hace unos días muere en mi querida Concordia un pariente cuyo grado de parentezco ninguno de los dos pudimos dilucidar con exactitud , detalle que nunca nos importó por tratarse de algo secundario al afecto que mutuamente nos ligaba desde siempre, relación fortalecida con los años en que se agregó mi condición de médico de toda su numerosa familia y muchos de ellos sangraron alguna vez bajo el filo de mi bisturí .
Hasta hace mas de siete años , en que por motivos que no vienen al caso , después de ejercer mi profesión durante mas de cuarenta años, vine a vivir a Buenos Aires.
Mi pariente se llamaba Angel , como yo, nombre adecuado para pasar el resto de su eternidad en ambiente celestial al que yo no tengo prisa ni esperanzas de llegar.
*
Mi condición de jubilado me permite disponer de tiempo para reflexiones y elucubraciones filosóficas e imaginativas facilitadas por mi natural tendencia a desarrollar con placer veleidades literarias que ocupan mis horas de “ el reposo del guerrero”, imaginándome situaciones y hechos posibles que satisfacen mis tendencia lúdicas .
Fantaseaba imaginando escenas acorde a las viejas y arraigadas idiosincrasias peninsulares del sur , la Basilicata.- Desfilaban revoloteando alrededor de mi cabeza , alaridos de llanto con simulacros de rasgadas vestiduras , crisis histéricas con desmayos espectaculares y comedidas abanicando a la posesa con revistas o elementos a mano adecuado para el caso.
Conociendo la personalidad de Angelito , como lo llamábamos cariñosamente , suponiendo exageraciones por su fama de buena persona en toda la extensión de la palabra, lo consideraba merecedor de semejantes manifestaciones al final de los 93 años bien vividos, bien gozados y bien queridos en que dejó su existencia .
Era un tipo jovial, dicharechero oportuno e ingenioso , rápido y agudo en sus contestaciones , quedándose con la última palabra, mientras su interlocutor se reía por la ocurrencia escuchada.
Hasta que las limitaciones antropológicas que el tiempo le fue imponiendo , mi homónimo fue un Don Juan a la italiana con marcado toque criollo en su delicada rusticidad y aun reconociendo las grandes diferencias culturales nunca dejé de compararlo con el inolvidable “ caballieri” Vitorio De Sica .
*
El velorio llegaba a su fín y personal de la funeraria ponía manos a la obra acercando la tapa del cajón para cubrir para siempre la estampa de mi pariente de la vista del mundo de los vivos.
*
Con paso vacilante, rosario en mano, acariciando sus cuentas nacaradas , una mujer sesentona va recortando su silueta menuda al trasluz de la entrada de la capilla ardiente llegando hasta un costado del cajón , apoyando sus manos e inclinando la cabeza hasta besar la frente de mi querido Angelito , paralizando, para sorpresa de todos, el corolario habitual de un velorio , hasta ese momento sin hechos relevantes para comentar al regreso a casa.
¡Pobrecito mi doctorcito querido ¡.- ¡ Como cuidó a mis padres!.- ¡Operó a toda la familia ¡.
Sin perder el control y haciéndose cargo de la situación , el maestro de ceremonias con la que toda empresa fúnebre cuenta , atento y vigilante , garantizando el desarrollo correcto de la ceremonia llegó de inmediato a la vera de la agradecida y expresiva señora y tomándola cariñosa pero firmemente de los hombros y con el mejor tono , previniendo reacciones desagradables , le dijo:- Señora ,este no es el Dr. Cutro , se llama igual y el doctor está vivo.-
La mujer lo miró fijo abriendo grande los ojos , sus manos se aquietaron cuando del rosario habían pasado tal vez mas de la mitad de las cuentas .
Todo ocurrió en pocos segundos . Su cabeza giró 360º, como faro avisor del papelón que pasaba.- Su cara perdió la máscara de unción con la que había entrado , se irguió recuperada y hasta parecía mas alta que cuando llegó.
¡ Disculpen ¡.- dijo como único comentario y apurando sus pasos tanto como se lo permitían sus piernas flacas , enfiló rumbo a la salida.
Un murmullo con risas mal contenidas fue la melodía que acompañó el cierre del cajón , vehiculo conductor hacia el último destino de Angelito. Completando con el último rito el fínal del velorio en que deudos y amigos se acercan al ataud en busca de una manija , amoroso privilegio , rubricando el afecto hacia el ser querido que parte.
*
Homenaje póstumo que ofrendo a mi querido Angelito . Digno broche de humor a quien tanto amó la vida , rió y provocó risas y si hay algo por el cosmo que hace que los muertos vean al contemplar su velorio , seguro que mi pariente volvió a morirse de risa.
De Faunos y Centauros.
De Faunos y Centauros.
Vulcano colocaba herraduras al Centauro Quirón.
Los Faunos envidiosos quisieron imitarlo , pero nunca pudieron caminar cómodos . Las pezuñas no toleran el calzado equivocado .
A cada uno lo suyo , pensó Vulcano , pero era su negocio y el cliente siempre tiene razón.
_ Una coquetería mas para seducir a las Ninfas , argumentaron los Faunos .-
Cuando los clavos de las herraduras se aflojan , lo que ocurre a lo largo del caminar y trotar dejan oir campanilleos, que delatan su cercanía .
Cuando los Faunos trepaban a los árboles para espiar a las Ninfas en el manantial , resbalaban en la corteza húmeda de los troncos y ramas con sus metálicos y flojos calzados y con frecuencia se caían .
Como Quirón era médico y buen tipo, curaba sus mataduras.
La siesta es la hora preferida de los Faunos ; con el ruido de sus herraduras espantaban a las Ninfas y a todos los Duendes del bosque .
Al final , les dijo :- Olvídense de los herrajes .-
Hombre derecho el rengo Vulcano . Las herraduras se fijan a los vasos , a las pezuñas,no.
A cada uno lo suyo , sentenció Vulcano.
Vulcano colocaba herraduras al Centauro Quirón.
Los Faunos envidiosos quisieron imitarlo , pero nunca pudieron caminar cómodos . Las pezuñas no toleran el calzado equivocado .
A cada uno lo suyo , pensó Vulcano , pero era su negocio y el cliente siempre tiene razón.
_ Una coquetería mas para seducir a las Ninfas , argumentaron los Faunos .-
Cuando los clavos de las herraduras se aflojan , lo que ocurre a lo largo del caminar y trotar dejan oir campanilleos, que delatan su cercanía .
Cuando los Faunos trepaban a los árboles para espiar a las Ninfas en el manantial , resbalaban en la corteza húmeda de los troncos y ramas con sus metálicos y flojos calzados y con frecuencia se caían .
Como Quirón era médico y buen tipo, curaba sus mataduras.
La siesta es la hora preferida de los Faunos ; con el ruido de sus herraduras espantaban a las Ninfas y a todos los Duendes del bosque .
Al final , les dijo :- Olvídense de los herrajes .-
Hombre derecho el rengo Vulcano . Las herraduras se fijan a los vasos , a las pezuñas,no.
A cada uno lo suyo , sentenció Vulcano.
Don Panta
Don Panta.
Junto al fogón y en aquel lluvioso atardecer, despues de haber desensillado y largado los caballos al potrero, hablaron de bueyes perdidos.Don Panta se acordó de aquel día en que le carnearon las dos lecheras y el comisario nunca pescó a los cuatreros. El sabía que al cuatrereo se le llamaba abigeato, el término era mas fino y leguleyo, pero no podía pronunciar semejante palabra sin que se le trabara la lengua. En la zona se contaba que él siempre había sido mezquino para dar coimas, combustible imprescindible para que el comisario funcionara.
*
La lluvia persistente, corsaria,pero serena, con promesas de noche oscura era propicia para aquello de :- ¡que linda noche p’ a carnear ajeno!, aunque este refrán alude mas al accionar de un “ pata e bolsa “que arrea con vacas ajenas.Las lecheras estaban a buen recaudo y en el piquete, con Lobo y Quebracho eran dos para cuidarlas y aunque mas bochincheros que bravos alertaban con sus ladridos y el viejo que había quedado con la sangre en el ojo y las tripas revueltas por la bronca, saldría como un refusilo, escopeta en mano.La bronca no afina la puntería , pero aumenta el coraje, lo que a Don Panta no le faltaba.El mismo rencor justificaba su razonamiento filosófico elemental y primitivo que le hacía pensar y argumentar: si los mato se lo merecen, y si me matan yo pierdo menos, seguro que son menores que yo y tienen mas vida por delante pa perder. Era razón y consuelo que respaldaba su bravuconada de viejo. ¡ A mis años!.- decía y reía estúpidamente sacudiendo la cabeza y arqueando las cejas.
Se notaba la sequía en el tajamar y la laguna y el agua vendría bien; mañana el pasto luciría mas verde y si paraba al amanecer , el canto de los teros alegraría la jornada.
Cuando joven hacía mucho y pensaba poco; los años aquietaron su entusiasmo y tenía mas tiempo para pensar, producíendole una sensación engañosa que parece alargar el día y con ella, la vida.Pero era realista en su sencillez como para dejarse llevar por espejismos emocionales.El hombre simple sueña , pero no vuela.Sus alpargatas nunca se elevaron del suelo y la dura lucha lo hizo pragmàtico.- Y Don Panta siguió hablando , y como siempre, entreverando temas , sin dirigirse a nadie en particular.
-Mire , amigo, en otros tiempos ocurrían muchas cosas, y nadie le discutía en qué tiempos ni cuales eran las cosas.En realidad ocurrían en todo el mundo, pero para él , el mundo era el ambiente donde vivía.De ahí sacaba sus parámetros . En sus 60 años nunca se había alejado mas de 50 kilómetros de su habitad natural, creo tal vez ser generoso en la cifra. Sus tropeadas eran hasta La Criolla , El Redomón y Federal. Recordaba con emoción, como una gran aventura, una incursión hasta Chajarí, que por el énfasis de su narración y la reiteración de la historia tiene que haber sido el punto mas lejano de sus giras.Su mundo era ese y no imaginaba mucho mas.Apenas sabía firmar y contar, como para saber si llegaba con el mismo número de vacas con las que había salido.Las cosas le fueron de mal en peor. Perdió el campo y sus vacas y se fue a vivir a un rancho por los montes del Ayuí. Vivía de changas y arreo de ganado. El, con la ayuda de sus dos perros mantenían a raya una tropa de 20 vacas .Me gustaba cuando mi padre me mandaba verlo para encargarle alguna tropeada. Llegaba en mi alazán y lo encontraba sentado en una banqueta baja , fabricación casera, con maderas de cajón de naranjas, promocionando involuntariamente el galpón de enpaque de la zona .
Mate galleta en la mano izquierda y pava tiznada en la derecha,abollado brasero, tambien de fabricación casera , aprovechando una lata de kerosén a la que había recortado un cuadrado a guisa de ventana por la que salían ramitas de eucalipto y astillas llameantes .En la parte superior , una parrilla de alambres entrecruzadas , donde apoyaba la pava. Las hilachas de grasa , pegadas y chorreantes, delataban la función de cocina para un eventual churrasco.Nunca supe cuando Don Panta terminaba sus mateadas ; nunca vi principio ni final; él era aquel paisano que siempre estaba tomando mate. Jamás me invitó a compartir la bombilla , tal vez temiendo un rechazo; yo era el hijo del patrón y nunca me puso a prueba. Volcaba ceremoniosamente el agua tumbando la pava hasta casi tocar con el pico la boca del mate; echaba el primer chorrito, mirando atento la espuma que burbujeaba sobre la superficie de yerba .Refregaba la banqueta con el culo, buscando acomodo, imitando sin querer a una gallina clueca acomodando los huevos en su nidal , de ahí deduje la razón del brillo de su asiento pulido por el roce de su bombacha a través de los años.Movía y levantaba los hombros para ponerse mas erguido, como anunciando decir algo importante y en eso se quedaba; al final salía con cualquier pavada y remataba con un : -¡Ta güeno!.-
Han pasado tantos años que a veces me pregunto si todo aquello ocurrió o es solo fruto de mi imaginación o de un sueño entremezclado con la realidad…pero yo sé que ocurrió.
·
Conocí el campo de gauchos con bombachas, ( sin vaqueros ), alpargatas Rueda o Luna , ( sin Adidas.). La alpargata “ paqueta” era la de vira blanca, para lucir en cuadreras, velorios y bailes de la cooperadora de la escuela.
Con Don Panta vi morir un gaucho, para mí: el último tropero; mas no al estilo borgeano, en entrevero y puñalada en piso de ladrillo o tierra apisonada de canchas de taba en días de “ votaciones “,gritando: -¡Viva el doctor!.-
Flaco, mezquino de estatura, nervudo y de piernas arqueadas, parecía que en un descuido le habían sacado el caballo de abajo.Hablaba medio chillando , con su acento entrerriano inconfundible , agudizando la última parte de cada frase. A ratos escupía marrón , presencia de su naco interminable y con el dorso de la mano secaba la comisura labial con saliva colgada., acomodando los ojos en actitud de seguir escuchando.Hablaba poco. Sólo el Viejo Vizcacha fue el gaucho mas hablador de la realidad y literatura gauchesca . Con mi padre hacían el trato sobre el arreo, estancia donde ir , el número de reses a tropear, la fecha y el precio del trabajo.
Recuerdo la escena tantas veces repetida de mi viejo echando mano a su billetera y dando a Don Panta un adelanto a cuenta de lo convenido, para gastos: una grapa en el boliche, naco, mortadela y queso con galleta, para “ matar el bicho”…Casi nunca se hablaba del tiempo; lloviera o no, a Don Panta parecía no interesarle . Con una ramita de paraiso , que siempre tenía a mano, le daba tímidos chirlos al cuzco lanudo y sucio que lamía mis zapatillas , esperando el momento oportuno para levantar una pata y echarme una meada. La puerta del rancho dejaba escapar el pesado aliento a humo de chicharrones , que según la hora de la visita me provocaba apetito o asco.
Fumaba en hojas de chala que preparaba pacientemente entre una tropeada y otra .Elegía las que estaban mas cerca de la mazorca por ser las mas suaves, dóciles y maleables; despues las secaba y con la misma paciencia las pulía , sacándole las nervaduras con el filo del facón. Usaba yesquero. En una bolsita de cuero, junto al tabaco , guardaba todo, entre el peyón y el cojinillo.
Un día, calculando que la tropa llegaba a las cercanías de Concordia , salimos a su encuentro. Había llovido mucho y la hacienda siempre sufre . En el Ford A llegamos hasta El Duraznal.Era la hora de la siesta y Don Panta había parado a descansar sin bajar del caballo. Trataba de prender un chala protegiendose del viento haciendo un hueco con las dos manos. Me hubiera gustado verlo un rato antes, cuando lo armaba.; la ceremonia , ya vista tantas veces, me fascinaba por su parsimonioso accionar: sacaba la hoja de chala,la extendía cuidadosamente sobre su rodilla y la planchaba con el canto de su mano, despaciosamente la doblaba formando una canaleta donde, a lo largo, echaba el tabaco con mucho cuidado, separando las hebras , como quien cuenta monedas y , tomándola con las dos manos , repetía el movimiento de contar monedas hasta convertir aquello en un perfecto cilindro; la operación terminaba con un lambetazo de extremo a extremo, plegándola como quien cierra una carta de amor.
Con Don Panta tambien ví el último chiripá . Tambien para esta ocasión, usaba un cinto ancho de cuero,todo arañado, seguro, de tantos cruces por los montes de espinillos y ñandubay de los pagos de Federal; lo sujetaba con una rastra de plata y en el medio una gran medalla con el escudo del Uruguay.Nunca supe el por qué. Tal véz era uruguayo, o a lo mejor era un regalo. Colgado de su muñeca derecha, un corto talero con bochita de plata.
Nunca le conocí mujer. A mi edad , no me parecía imprescindible esa presencia .
Se rumoreaba que la tuerta Zelaya un dìa se le apareciò en el rancho con el pretexto de anoticiarse del paradero de una ternera que se le habìa escapado y cuando ya se iba se diò vuelta y le dijo a boca de jarro: _ “Don Panta, ¿por què no nos acollaramos?; ya me cansè de andar sola, si quiere, mañana traigo mis pilchas y las dos lecheras”. Al caballo ni lo mencionò “porque ya era sabido”.
Don Panta la mirò fijo y levantò un poco la pera, seguro no hubo testigos pero era parte del comentario en el almacèn de Mario Gatti. Y como el viejo no contestaba, la tuerta lo tomò como una negativa; porque subiò al tordillo que con su tranco “pasuco” enfilò para el rancho, ahì nomàs, detràs del cerro de pedregullo.
Don Panta no era hablador y a todos les extrañò que èl mismo trajera el chisme.
_”Esa tuerta “no es de arriar”_ dijo como fin del comentario_ Y èl sabìa, como todos, que la tuerta era “machorra”, motivo para extrañarle la oferta.
Una tarde Don Panta llegó a mi casa.Había dejado la tropa en el matadero y venía a cobrar por su trabajo como era costumbre.
-¡Adelante , Don Panta!.-dijo mi padre, que lo vió llegar.- Tome asiento-
-Gracias Don Constantino, así nomás, de “parao”, por que ando medio “ apurao” .- Lo que me sonó a cuento , por que nunca lo vi “ apurao”.Tomó su paga ,se despidió y salió al trote, no sin antes recomendar a mi padre: - Saludos a la patrona.- detalle que nunca dejaba de lado.No había recorrido mas de cien metros.Se oyó un relincho y un galopar algodonoso sobre el pasto seco del verano.Ladró un perro Yo corrí hasta el portón. Su caballo pasó al galope echando espuma por la boca y arrastrando las riendas.El perro seguía ladrando a Don Panta tirado en el pasto seco. Con mi padre corrimos…su cara curtida por soles de tantas tropeadas se había vuelto gris. Sus ojos, bien abiertos, inexpresivos, mirando al sol sin parpadear, para no desperdiciar la última visión del mundo.- “ Con este sol”.- dijo Juan Moreyra , lanceado por la espalda por el Sargento Chirino.-Dos lagrimones bajaron lentos de sus ojos vidriosos y viborearon por los surcos de su cara.Hizo una mueca conteniendo un hipo… y así murió.
-¡Se le espantó el doradillo!.-dijo el peoncito de los Pietraballo que lo vió caer mientras carpía la viña.- Dio una vuelta carnero por el aire y se cayó de cabeza.-
-¡Morirse de esta manera , un hombre tan “ de a caballo””.- lamentó mi padre.
Junto al fogón y en aquel lluvioso atardecer, despues de haber desensillado y largado los caballos al potrero, hablaron de bueyes perdidos.Don Panta se acordó de aquel día en que le carnearon las dos lecheras y el comisario nunca pescó a los cuatreros. El sabía que al cuatrereo se le llamaba abigeato, el término era mas fino y leguleyo, pero no podía pronunciar semejante palabra sin que se le trabara la lengua. En la zona se contaba que él siempre había sido mezquino para dar coimas, combustible imprescindible para que el comisario funcionara.
*
La lluvia persistente, corsaria,pero serena, con promesas de noche oscura era propicia para aquello de :- ¡que linda noche p’ a carnear ajeno!, aunque este refrán alude mas al accionar de un “ pata e bolsa “que arrea con vacas ajenas.Las lecheras estaban a buen recaudo y en el piquete, con Lobo y Quebracho eran dos para cuidarlas y aunque mas bochincheros que bravos alertaban con sus ladridos y el viejo que había quedado con la sangre en el ojo y las tripas revueltas por la bronca, saldría como un refusilo, escopeta en mano.La bronca no afina la puntería , pero aumenta el coraje, lo que a Don Panta no le faltaba.El mismo rencor justificaba su razonamiento filosófico elemental y primitivo que le hacía pensar y argumentar: si los mato se lo merecen, y si me matan yo pierdo menos, seguro que son menores que yo y tienen mas vida por delante pa perder. Era razón y consuelo que respaldaba su bravuconada de viejo. ¡ A mis años!.- decía y reía estúpidamente sacudiendo la cabeza y arqueando las cejas.
Se notaba la sequía en el tajamar y la laguna y el agua vendría bien; mañana el pasto luciría mas verde y si paraba al amanecer , el canto de los teros alegraría la jornada.
Cuando joven hacía mucho y pensaba poco; los años aquietaron su entusiasmo y tenía mas tiempo para pensar, producíendole una sensación engañosa que parece alargar el día y con ella, la vida.Pero era realista en su sencillez como para dejarse llevar por espejismos emocionales.El hombre simple sueña , pero no vuela.Sus alpargatas nunca se elevaron del suelo y la dura lucha lo hizo pragmàtico.- Y Don Panta siguió hablando , y como siempre, entreverando temas , sin dirigirse a nadie en particular.
-Mire , amigo, en otros tiempos ocurrían muchas cosas, y nadie le discutía en qué tiempos ni cuales eran las cosas.En realidad ocurrían en todo el mundo, pero para él , el mundo era el ambiente donde vivía.De ahí sacaba sus parámetros . En sus 60 años nunca se había alejado mas de 50 kilómetros de su habitad natural, creo tal vez ser generoso en la cifra. Sus tropeadas eran hasta La Criolla , El Redomón y Federal. Recordaba con emoción, como una gran aventura, una incursión hasta Chajarí, que por el énfasis de su narración y la reiteración de la historia tiene que haber sido el punto mas lejano de sus giras.Su mundo era ese y no imaginaba mucho mas.Apenas sabía firmar y contar, como para saber si llegaba con el mismo número de vacas con las que había salido.Las cosas le fueron de mal en peor. Perdió el campo y sus vacas y se fue a vivir a un rancho por los montes del Ayuí. Vivía de changas y arreo de ganado. El, con la ayuda de sus dos perros mantenían a raya una tropa de 20 vacas .Me gustaba cuando mi padre me mandaba verlo para encargarle alguna tropeada. Llegaba en mi alazán y lo encontraba sentado en una banqueta baja , fabricación casera, con maderas de cajón de naranjas, promocionando involuntariamente el galpón de enpaque de la zona .
Mate galleta en la mano izquierda y pava tiznada en la derecha,abollado brasero, tambien de fabricación casera , aprovechando una lata de kerosén a la que había recortado un cuadrado a guisa de ventana por la que salían ramitas de eucalipto y astillas llameantes .En la parte superior , una parrilla de alambres entrecruzadas , donde apoyaba la pava. Las hilachas de grasa , pegadas y chorreantes, delataban la función de cocina para un eventual churrasco.Nunca supe cuando Don Panta terminaba sus mateadas ; nunca vi principio ni final; él era aquel paisano que siempre estaba tomando mate. Jamás me invitó a compartir la bombilla , tal vez temiendo un rechazo; yo era el hijo del patrón y nunca me puso a prueba. Volcaba ceremoniosamente el agua tumbando la pava hasta casi tocar con el pico la boca del mate; echaba el primer chorrito, mirando atento la espuma que burbujeaba sobre la superficie de yerba .Refregaba la banqueta con el culo, buscando acomodo, imitando sin querer a una gallina clueca acomodando los huevos en su nidal , de ahí deduje la razón del brillo de su asiento pulido por el roce de su bombacha a través de los años.Movía y levantaba los hombros para ponerse mas erguido, como anunciando decir algo importante y en eso se quedaba; al final salía con cualquier pavada y remataba con un : -¡Ta güeno!.-
Han pasado tantos años que a veces me pregunto si todo aquello ocurrió o es solo fruto de mi imaginación o de un sueño entremezclado con la realidad…pero yo sé que ocurrió.
·
Conocí el campo de gauchos con bombachas, ( sin vaqueros ), alpargatas Rueda o Luna , ( sin Adidas.). La alpargata “ paqueta” era la de vira blanca, para lucir en cuadreras, velorios y bailes de la cooperadora de la escuela.
Con Don Panta vi morir un gaucho, para mí: el último tropero; mas no al estilo borgeano, en entrevero y puñalada en piso de ladrillo o tierra apisonada de canchas de taba en días de “ votaciones “,gritando: -¡Viva el doctor!.-
Flaco, mezquino de estatura, nervudo y de piernas arqueadas, parecía que en un descuido le habían sacado el caballo de abajo.Hablaba medio chillando , con su acento entrerriano inconfundible , agudizando la última parte de cada frase. A ratos escupía marrón , presencia de su naco interminable y con el dorso de la mano secaba la comisura labial con saliva colgada., acomodando los ojos en actitud de seguir escuchando.Hablaba poco. Sólo el Viejo Vizcacha fue el gaucho mas hablador de la realidad y literatura gauchesca . Con mi padre hacían el trato sobre el arreo, estancia donde ir , el número de reses a tropear, la fecha y el precio del trabajo.
Recuerdo la escena tantas veces repetida de mi viejo echando mano a su billetera y dando a Don Panta un adelanto a cuenta de lo convenido, para gastos: una grapa en el boliche, naco, mortadela y queso con galleta, para “ matar el bicho”…Casi nunca se hablaba del tiempo; lloviera o no, a Don Panta parecía no interesarle . Con una ramita de paraiso , que siempre tenía a mano, le daba tímidos chirlos al cuzco lanudo y sucio que lamía mis zapatillas , esperando el momento oportuno para levantar una pata y echarme una meada. La puerta del rancho dejaba escapar el pesado aliento a humo de chicharrones , que según la hora de la visita me provocaba apetito o asco.
Fumaba en hojas de chala que preparaba pacientemente entre una tropeada y otra .Elegía las que estaban mas cerca de la mazorca por ser las mas suaves, dóciles y maleables; despues las secaba y con la misma paciencia las pulía , sacándole las nervaduras con el filo del facón. Usaba yesquero. En una bolsita de cuero, junto al tabaco , guardaba todo, entre el peyón y el cojinillo.
Un día, calculando que la tropa llegaba a las cercanías de Concordia , salimos a su encuentro. Había llovido mucho y la hacienda siempre sufre . En el Ford A llegamos hasta El Duraznal.Era la hora de la siesta y Don Panta había parado a descansar sin bajar del caballo. Trataba de prender un chala protegiendose del viento haciendo un hueco con las dos manos. Me hubiera gustado verlo un rato antes, cuando lo armaba.; la ceremonia , ya vista tantas veces, me fascinaba por su parsimonioso accionar: sacaba la hoja de chala,la extendía cuidadosamente sobre su rodilla y la planchaba con el canto de su mano, despaciosamente la doblaba formando una canaleta donde, a lo largo, echaba el tabaco con mucho cuidado, separando las hebras , como quien cuenta monedas y , tomándola con las dos manos , repetía el movimiento de contar monedas hasta convertir aquello en un perfecto cilindro; la operación terminaba con un lambetazo de extremo a extremo, plegándola como quien cierra una carta de amor.
Con Don Panta tambien ví el último chiripá . Tambien para esta ocasión, usaba un cinto ancho de cuero,todo arañado, seguro, de tantos cruces por los montes de espinillos y ñandubay de los pagos de Federal; lo sujetaba con una rastra de plata y en el medio una gran medalla con el escudo del Uruguay.Nunca supe el por qué. Tal véz era uruguayo, o a lo mejor era un regalo. Colgado de su muñeca derecha, un corto talero con bochita de plata.
Nunca le conocí mujer. A mi edad , no me parecía imprescindible esa presencia .
Se rumoreaba que la tuerta Zelaya un dìa se le apareciò en el rancho con el pretexto de anoticiarse del paradero de una ternera que se le habìa escapado y cuando ya se iba se diò vuelta y le dijo a boca de jarro: _ “Don Panta, ¿por què no nos acollaramos?; ya me cansè de andar sola, si quiere, mañana traigo mis pilchas y las dos lecheras”. Al caballo ni lo mencionò “porque ya era sabido”.
Don Panta la mirò fijo y levantò un poco la pera, seguro no hubo testigos pero era parte del comentario en el almacèn de Mario Gatti. Y como el viejo no contestaba, la tuerta lo tomò como una negativa; porque subiò al tordillo que con su tranco “pasuco” enfilò para el rancho, ahì nomàs, detràs del cerro de pedregullo.
Don Panta no era hablador y a todos les extrañò que èl mismo trajera el chisme.
_”Esa tuerta “no es de arriar”_ dijo como fin del comentario_ Y èl sabìa, como todos, que la tuerta era “machorra”, motivo para extrañarle la oferta.
Una tarde Don Panta llegó a mi casa.Había dejado la tropa en el matadero y venía a cobrar por su trabajo como era costumbre.
-¡Adelante , Don Panta!.-dijo mi padre, que lo vió llegar.- Tome asiento-
-Gracias Don Constantino, así nomás, de “parao”, por que ando medio “ apurao” .- Lo que me sonó a cuento , por que nunca lo vi “ apurao”.Tomó su paga ,se despidió y salió al trote, no sin antes recomendar a mi padre: - Saludos a la patrona.- detalle que nunca dejaba de lado.No había recorrido mas de cien metros.Se oyó un relincho y un galopar algodonoso sobre el pasto seco del verano.Ladró un perro Yo corrí hasta el portón. Su caballo pasó al galope echando espuma por la boca y arrastrando las riendas.El perro seguía ladrando a Don Panta tirado en el pasto seco. Con mi padre corrimos…su cara curtida por soles de tantas tropeadas se había vuelto gris. Sus ojos, bien abiertos, inexpresivos, mirando al sol sin parpadear, para no desperdiciar la última visión del mundo.- “ Con este sol”.- dijo Juan Moreyra , lanceado por la espalda por el Sargento Chirino.-Dos lagrimones bajaron lentos de sus ojos vidriosos y viborearon por los surcos de su cara.Hizo una mueca conteniendo un hipo… y así murió.
-¡Se le espantó el doradillo!.-dijo el peoncito de los Pietraballo que lo vió caer mientras carpía la viña.- Dio una vuelta carnero por el aire y se cayó de cabeza.-
-¡Morirse de esta manera , un hombre tan “ de a caballo””.- lamentó mi padre.
“Genio y figura hasta la sepultura”
“ Genio y figura hasta la sepultura”.
Moría la tarde y la regadora municipal pasaba por Pellegrini bañando el ripio recalentado por el sol de aquella tarde de diciembre que anticipaba un verano infernal. El ruido de mezclar fichas de dominó salía por la puerta del hotel Buenos Aires y la estampa del abuelo Alejandro , con su cabeza blanca , erguida y hasta insolente, con su corte Humberto Primo, se destacaba entre sus compañeros de mesa, que parecían estar a nivel inferior , (inferior a que?-no se,pero así lo veía yo desde la calle por la que pasaba tantas veces.
Cuentan los testigos que antes de empezar el juego entró una chica “bien dotada”llevando en su mano un sifón vacío.La hora de la cena se venía y faltaba soda.Y el abuelo no aguantó, -“genio y figura hasta la sepultura”,-ahí nomás, lanzó un piropo de zarzuela que la chica agradeció con benevolente sonrisa; pero un “muchacho” que en el mostrador apuraba una cerveza, largó al aire un decir aludiendo al cacareo del gallo viejo que queriendo pelear, ya no le quedan espuelas.
El viejo tomó al vuelo lo que creyó una ofensa, y no se quedó callado, y haciendo gala de su vena poética contestó con una sutil pero procaz “ seguidilla”.Seguro que el otro no entendió su contenido, pero sí la intención y acierto de la respuesta a juzgar por la carcajada general y al quedar sin argumentos decidió terminar con aquella esgrima verbal, largándole al viejo una soberbia puteada y como era de esperar se levantó con rapidez inusitada para sus años, tomó el bastón colgado en el respaldo de su silla y le abrió la ceja de un bastonazo.
Entre los de la partida de dominó, había un oficial de policía, viejo parroquiano, habitué al bar,pero ni él ni Don Angel García que intervino presuroso, saliendo por detrás del mostrador, pudieron evitar que el herido con las cejas sangrantes, dejara de exigir al policía que detuviera al agresor, porque él se iba a la Jefatura a hacer la denuncia.Y en caravana: el policía, el abuelo y sus amigos de juego, hacían las cuatro cuadras hasta la Policía. Don Angel García telefoneba a mis tíos para contar lo ocurrido.
El abuelo dió el bastonazo lavando su honor, pero le costó una rodada por el piso de madera del bar y por un par de semanas mostró sus cascarones en la cara.
Entre cargos y otros trámites, lo tuvieron dos horas sentado a pocos metros del denunciante con el parche de la herida. El policía amigo, sujetaba al tío Alberto , tan “leche hervida” como el abuelo para que no concretara su intención de romper la cara del agresor de su padre.
Una hazaña más, en la gesta del abuelo que ya tenía setenta años.
.
Moría la tarde y la regadora municipal pasaba por Pellegrini bañando el ripio recalentado por el sol de aquella tarde de diciembre que anticipaba un verano infernal. El ruido de mezclar fichas de dominó salía por la puerta del hotel Buenos Aires y la estampa del abuelo Alejandro , con su cabeza blanca , erguida y hasta insolente, con su corte Humberto Primo, se destacaba entre sus compañeros de mesa, que parecían estar a nivel inferior , (inferior a que?-no se,pero así lo veía yo desde la calle por la que pasaba tantas veces.
Cuentan los testigos que antes de empezar el juego entró una chica “bien dotada”llevando en su mano un sifón vacío.La hora de la cena se venía y faltaba soda.Y el abuelo no aguantó, -“genio y figura hasta la sepultura”,-ahí nomás, lanzó un piropo de zarzuela que la chica agradeció con benevolente sonrisa; pero un “muchacho” que en el mostrador apuraba una cerveza, largó al aire un decir aludiendo al cacareo del gallo viejo que queriendo pelear, ya no le quedan espuelas.
El viejo tomó al vuelo lo que creyó una ofensa, y no se quedó callado, y haciendo gala de su vena poética contestó con una sutil pero procaz “ seguidilla”.Seguro que el otro no entendió su contenido, pero sí la intención y acierto de la respuesta a juzgar por la carcajada general y al quedar sin argumentos decidió terminar con aquella esgrima verbal, largándole al viejo una soberbia puteada y como era de esperar se levantó con rapidez inusitada para sus años, tomó el bastón colgado en el respaldo de su silla y le abrió la ceja de un bastonazo.
Entre los de la partida de dominó, había un oficial de policía, viejo parroquiano, habitué al bar,pero ni él ni Don Angel García que intervino presuroso, saliendo por detrás del mostrador, pudieron evitar que el herido con las cejas sangrantes, dejara de exigir al policía que detuviera al agresor, porque él se iba a la Jefatura a hacer la denuncia.Y en caravana: el policía, el abuelo y sus amigos de juego, hacían las cuatro cuadras hasta la Policía. Don Angel García telefoneba a mis tíos para contar lo ocurrido.
El abuelo dió el bastonazo lavando su honor, pero le costó una rodada por el piso de madera del bar y por un par de semanas mostró sus cascarones en la cara.
Entre cargos y otros trámites, lo tuvieron dos horas sentado a pocos metros del denunciante con el parche de la herida. El policía amigo, sujetaba al tío Alberto , tan “leche hervida” como el abuelo para que no concretara su intención de romper la cara del agresor de su padre.
Una hazaña más, en la gesta del abuelo que ya tenía setenta años.
.
Las hermanas Capeletti
Las hermanas Capeletti; mujeres de buena pasta
Las tres Marías en el firmamento nostálgico, que mi memoria guarda. María Celestina, la mayor , María Celia y María Marcelina; ciega desde hacía muchos años, comentaba mi madre. Para mí, era la figura misteriosa, delgada y alta, de cabello negro y lacio que parecía llegar hasta la cintura, vestida de negro y siempre dejándose ver en la penumbra. Nunca la ví, fuera de este escenario, estaba ahí, sabíamos de su existencia, pero no asomaba para saludar, o manifestar gesto de relación. La veía pasar fugazmente, a través de puertas entornadas, que daban al patio de la casa, donde yo esperaba a mi madre, mientras María Celia, en su papel de modista tomaba medidas y anotaba en un cuaderno de tapas de hule negro, planeando el próximo vestido. La miraba horrorizado ; verla con el metro amarillo colgado del cuello como una corbata sin anudar y alfileres que asomaban entre sus dientes y sus labios. Mi madre hacía de vez en cuando algún comentario ;yo rogaba para que María Celia no contestara, no quería verla tragarse un alfiler. En mi espera las escuchaba hablar de pespuntes , dobladillos , hilván o ruedos y nombres de telas que me resultaban cómicos; como interloc, matelassé, cretona , viyela , organdí y tobralco.
*
Vivíamos en la Sección “Quintas”, a 15 kilómetros “ del pueblo” y en mi carácter de chofer lo hacía según las circunstancias en sulky , volanta o en el Playmout azul, “ cerrado “, de dos puertas que la mitad de las veces no arrancaba y debía darle con la manija.Entre las varas del sulky ataba una eficaz yegua tordilla , veloz en su trote parejo , siempre con la cabeza levantada y las orejas apuntando hacia delante , como diciendo : - ¡allá vamos!.- parecía hacerlo sin el menor esfuerzo ; no necesitaba el estímulo del látigo , sólo cortos tirones de las riendas y la tordilla entendía el mensaje.
María Celia era excelente modista , aseguraba mi madre y lo confirmaban familiares y amigas que ponderaban la perfección y prolijidad de la obra terminada.
*
Treinta años despues aquel “ gurí “ se hizo médico cirujano y un día aquella vieja modista y amiga aparece en el consultorio.
-¡Hay , Oscarcito ¡.- por vergüenza no lo vine a ver antes.- y descubriendo su seno izquierdo deja ver un tumor de avanzada evolución .
Después de la operación no quiso saber de quimio ni radioterapia.
- Ud. hizo lo suyo , lo demás lo dejo en manos de Dios.-
Conociendo su fervor religioso, semejante asociación era el mejor halago que a mi ego no le era indiferente . Vivió 15 años más muriendo a causa de una afección cardíaca.
*
Católicas al máximo , cualquier frase dicha por María Celestina o María Celia incluía el nombre de Dios y la Virgen ,además del “ si Dios quiere “, que ya era parte de la frase misma , si en esa frase había una intención de deseos.
*
Nunca se casaron ni supieron de noviazgos , a pesar de ser todo bondad y dulzura , con rostros agradables , aunque no falto de cierta dureza y tosquedad de rasgos desmentidos por sus méritos espirituales. Agradaban con su trato. Dejo de lado en mis descripciones a María Marcela , ajena a toda comunicación que no fuera su cerrado círculo familiar.
En un Chevrolet Champion 29 , color celeste al volante , como haciendo juego con su nombre , solían hacer periódicas visitas , siguiendo costumbres de la época , a las hermanas de mi padre cuya casa lindaba con la nuestra y a estas reuniones se sumaba mi madre .Despues de la visita y ya de vuelta a casa nos recriminaba por habernos visto y oído con gestos y risitas burlonas escuchando el tono extremadamente meloso y afectado de las hermanas Capeletti. Al hablar eran un calco una de otra . Estiraban las frases estirando las palabras y llenaba de signos de admiración toda la conversasión.
-Oh, no me diga ¡.- ¡Pero que barbaridad ¡.- ¡ Dios me libre y guarde ¡.- ¡ Quién lo hubiera dicho ¡.-
Mis tías opinaban , a veces , mas que opinión eran sentencias, que María Celestina era una mujer “ liberal “, acepción literal de la época que tenía amplio y variado significado . Manejaba su auto y por sus condiciones de carácter era evidente su lirderazgo familiar , además usaba zapatos con taco “ chino “, agregaba mi tía Carmela , condiciones suficientes para encuadrarla en esa condición.Despues mi padre le explicaba que el uso del taco “ chino “ era por razones de seguridad , ya que asentaba con mas firmeza su pie sobre el pedal del freno y el embrague al manejar.Mis tías se referían a ellas como “ las muchachas de Capeletti “.
Las tres Marías en el firmamento nostálgico, que mi memoria guarda. María Celestina, la mayor , María Celia y María Marcelina; ciega desde hacía muchos años, comentaba mi madre. Para mí, era la figura misteriosa, delgada y alta, de cabello negro y lacio que parecía llegar hasta la cintura, vestida de negro y siempre dejándose ver en la penumbra. Nunca la ví, fuera de este escenario, estaba ahí, sabíamos de su existencia, pero no asomaba para saludar, o manifestar gesto de relación. La veía pasar fugazmente, a través de puertas entornadas, que daban al patio de la casa, donde yo esperaba a mi madre, mientras María Celia, en su papel de modista tomaba medidas y anotaba en un cuaderno de tapas de hule negro, planeando el próximo vestido. La miraba horrorizado ; verla con el metro amarillo colgado del cuello como una corbata sin anudar y alfileres que asomaban entre sus dientes y sus labios. Mi madre hacía de vez en cuando algún comentario ;yo rogaba para que María Celia no contestara, no quería verla tragarse un alfiler. En mi espera las escuchaba hablar de pespuntes , dobladillos , hilván o ruedos y nombres de telas que me resultaban cómicos; como interloc, matelassé, cretona , viyela , organdí y tobralco.
*
Vivíamos en la Sección “Quintas”, a 15 kilómetros “ del pueblo” y en mi carácter de chofer lo hacía según las circunstancias en sulky , volanta o en el Playmout azul, “ cerrado “, de dos puertas que la mitad de las veces no arrancaba y debía darle con la manija.Entre las varas del sulky ataba una eficaz yegua tordilla , veloz en su trote parejo , siempre con la cabeza levantada y las orejas apuntando hacia delante , como diciendo : - ¡allá vamos!.- parecía hacerlo sin el menor esfuerzo ; no necesitaba el estímulo del látigo , sólo cortos tirones de las riendas y la tordilla entendía el mensaje.
María Celia era excelente modista , aseguraba mi madre y lo confirmaban familiares y amigas que ponderaban la perfección y prolijidad de la obra terminada.
*
Treinta años despues aquel “ gurí “ se hizo médico cirujano y un día aquella vieja modista y amiga aparece en el consultorio.
-¡Hay , Oscarcito ¡.- por vergüenza no lo vine a ver antes.- y descubriendo su seno izquierdo deja ver un tumor de avanzada evolución .
Después de la operación no quiso saber de quimio ni radioterapia.
- Ud. hizo lo suyo , lo demás lo dejo en manos de Dios.-
Conociendo su fervor religioso, semejante asociación era el mejor halago que a mi ego no le era indiferente . Vivió 15 años más muriendo a causa de una afección cardíaca.
*
Católicas al máximo , cualquier frase dicha por María Celestina o María Celia incluía el nombre de Dios y la Virgen ,además del “ si Dios quiere “, que ya era parte de la frase misma , si en esa frase había una intención de deseos.
*
Nunca se casaron ni supieron de noviazgos , a pesar de ser todo bondad y dulzura , con rostros agradables , aunque no falto de cierta dureza y tosquedad de rasgos desmentidos por sus méritos espirituales. Agradaban con su trato. Dejo de lado en mis descripciones a María Marcela , ajena a toda comunicación que no fuera su cerrado círculo familiar.
En un Chevrolet Champion 29 , color celeste al volante , como haciendo juego con su nombre , solían hacer periódicas visitas , siguiendo costumbres de la época , a las hermanas de mi padre cuya casa lindaba con la nuestra y a estas reuniones se sumaba mi madre .Despues de la visita y ya de vuelta a casa nos recriminaba por habernos visto y oído con gestos y risitas burlonas escuchando el tono extremadamente meloso y afectado de las hermanas Capeletti. Al hablar eran un calco una de otra . Estiraban las frases estirando las palabras y llenaba de signos de admiración toda la conversasión.
-Oh, no me diga ¡.- ¡Pero que barbaridad ¡.- ¡ Dios me libre y guarde ¡.- ¡ Quién lo hubiera dicho ¡.-
Mis tías opinaban , a veces , mas que opinión eran sentencias, que María Celestina era una mujer “ liberal “, acepción literal de la época que tenía amplio y variado significado . Manejaba su auto y por sus condiciones de carácter era evidente su lirderazgo familiar , además usaba zapatos con taco “ chino “, agregaba mi tía Carmela , condiciones suficientes para encuadrarla en esa condición.Despues mi padre le explicaba que el uso del taco “ chino “ era por razones de seguridad , ya que asentaba con mas firmeza su pie sobre el pedal del freno y el embrague al manejar.Mis tías se referían a ellas como “ las muchachas de Capeletti “.
Viejas Fotos
Viejas Fotos.
Viejas fotos del album familiar.
Figuras borrosas de la pequeña historia doméstica.
Cada estampa un recuerdo, una sonrisa, una lágrima.
Cosas que ya no son. Intentos de salvar lo remoto del olvido.-¿Quién se animará a destruirlos algún día?.-¿ Quién será el verdugo de aquel pasado que , por pasado se nos ocurre hermoso?.-
Hechos que marcaron tal vez la vida de un ser querido o vanalidades que ni valieron la pena retratar.
Aquellos que ya no están.
Dulces niñeces que el paso del tiempo convirtió en amarga vejez.
Arbolitos navideños de apagada estrella.
Mesas con festivos comensales , hoy lugares vacíos con figuras transmutadas en nostalgias.
Lo que fue,perdido en el misterio del tiempo.
“El tiempo es la substancia de que estoy hecho.El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy un tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente,soy Borges”.
¡Viejas fotos!.-Como las flores secas olvidadas en los libros.-¿Quién las dejó?.-¿Por donde volaba la imaginación del depositario…y los sueños de quién soñaba?.-
La del tío Aurelio, con eternos comentarios de mi madre.Para nombrarlo no decía simplemente Aurelio, sino:-el pobrecito Aurelio.- con infinita ternura.
La otra que eternizaba aquel “ paseo campestre” al Yuquerí, con sus hermanos, primos y grupo de amigos.Una de las chicas que aparece en un extremo de la foto se ahogó una hora despues de ser fotografiada.Madre aquí tambien se extendía en largos comentarios , con variaciones a través del tiempo. Amigos, tíos y parientes que no alcancé a conocer , pero de los que ella nos contaba sus vidas y a veces , su final.. Casi toda la galería fotografiada era de muertos.-¡ y yo los veía tan vivos!.-
La tía abuela Peregrina; concertista de piano, aclaraba mi madre, junto a su novio, con el que nunca se casó, pero que nunca nos contó por qué.-Quedó con el vestido de novia sobre la cama, frase hecha de la época, en esas circunstancias.
Viejas fotos,visiones de nostalgia.
Viejas fotos del album familiar.
Figuras borrosas de la pequeña historia doméstica.
Cada estampa un recuerdo, una sonrisa, una lágrima.
Cosas que ya no son. Intentos de salvar lo remoto del olvido.-¿Quién se animará a destruirlos algún día?.-¿ Quién será el verdugo de aquel pasado que , por pasado se nos ocurre hermoso?.-
Hechos que marcaron tal vez la vida de un ser querido o vanalidades que ni valieron la pena retratar.
Aquellos que ya no están.
Dulces niñeces que el paso del tiempo convirtió en amarga vejez.
Arbolitos navideños de apagada estrella.
Mesas con festivos comensales , hoy lugares vacíos con figuras transmutadas en nostalgias.
Lo que fue,perdido en el misterio del tiempo.
“El tiempo es la substancia de que estoy hecho.El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy un tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente,soy Borges”.
¡Viejas fotos!.-Como las flores secas olvidadas en los libros.-¿Quién las dejó?.-¿Por donde volaba la imaginación del depositario…y los sueños de quién soñaba?.-
La del tío Aurelio, con eternos comentarios de mi madre.Para nombrarlo no decía simplemente Aurelio, sino:-el pobrecito Aurelio.- con infinita ternura.
La otra que eternizaba aquel “ paseo campestre” al Yuquerí, con sus hermanos, primos y grupo de amigos.Una de las chicas que aparece en un extremo de la foto se ahogó una hora despues de ser fotografiada.Madre aquí tambien se extendía en largos comentarios , con variaciones a través del tiempo. Amigos, tíos y parientes que no alcancé a conocer , pero de los que ella nos contaba sus vidas y a veces , su final.. Casi toda la galería fotografiada era de muertos.-¡ y yo los veía tan vivos!.-
La tía abuela Peregrina; concertista de piano, aclaraba mi madre, junto a su novio, con el que nunca se casó, pero que nunca nos contó por qué.-Quedó con el vestido de novia sobre la cama, frase hecha de la época, en esas circunstancias.
Viejas fotos,visiones de nostalgia.
La compañerita del año anterior
La compañerita del año anterior
Era la misma pero estaba distinta.
A su paso dejaba un perfume que antes no había notado, provocándome inquietante cosquilleo en todo el cuerpo. Su piel había tomado una humedad particular de poros abiertos, sus ojos brillaban más, iluminando mis mañanas escolares.
Era la misma , si, pero su presencia me ponía distinto porque yo también había cambiado.
Lucía se sentaba adelante mío ; la distancia entre nuestros bancos parecía menor que en el año anterior, o una fuerza nueva y atrayente lo hacía parecer así.
La presentía más cercana. De su cuerpo surgía un llamado hasta ahora desconocido, pero que me gustaba, mientras vislumbraba promesas para los meses venideros en el aula.
Como el año anterior traía el cabello recogido en cola de caballo, sujeto con una cinta azul.
Supe que antes no le había mirado la nuca, sin embargo recordaba su cinta azul, aunque sin darle importancia.
¡Qué blanca y lisita tenía su piel!- y la suave pelusa no sólo no la afeaba sino que resaltaba su encanto en forma increíble;hasta la tenue costra detrás de las orejas, con un halo rosado, me parecía armonioso.
Su arito de fantasía, terminaba en una campanita navideña que se balanceaba constantemente, porque Lucía no sabía estar quieta.
Mis ojos trataban de seguir sus movimientos, interrumpía inconscientemente mi respiración para no perder detalles. Un tizazo de Ferreyra me dió en la nuca y quebró el hechizo. Mi agresor me miraba con cara de “Yo no fui”, dejé la venganza para otra oportunidad. La señorita Dora andaba cerca.
La niñez se me fue yendo, pero yo seguí soñando y recordando aquella compañerita y comparándome nada menos que con Dante, -¿por qué no?- que se enamoró pérdidamente de Beatriz a los nueve años durante las fiestas de mayo.
Era la misma pero estaba distinta.
A su paso dejaba un perfume que antes no había notado, provocándome inquietante cosquilleo en todo el cuerpo. Su piel había tomado una humedad particular de poros abiertos, sus ojos brillaban más, iluminando mis mañanas escolares.
Era la misma , si, pero su presencia me ponía distinto porque yo también había cambiado.
Lucía se sentaba adelante mío ; la distancia entre nuestros bancos parecía menor que en el año anterior, o una fuerza nueva y atrayente lo hacía parecer así.
La presentía más cercana. De su cuerpo surgía un llamado hasta ahora desconocido, pero que me gustaba, mientras vislumbraba promesas para los meses venideros en el aula.
Como el año anterior traía el cabello recogido en cola de caballo, sujeto con una cinta azul.
Supe que antes no le había mirado la nuca, sin embargo recordaba su cinta azul, aunque sin darle importancia.
¡Qué blanca y lisita tenía su piel!- y la suave pelusa no sólo no la afeaba sino que resaltaba su encanto en forma increíble;hasta la tenue costra detrás de las orejas, con un halo rosado, me parecía armonioso.
Su arito de fantasía, terminaba en una campanita navideña que se balanceaba constantemente, porque Lucía no sabía estar quieta.
Mis ojos trataban de seguir sus movimientos, interrumpía inconscientemente mi respiración para no perder detalles. Un tizazo de Ferreyra me dió en la nuca y quebró el hechizo. Mi agresor me miraba con cara de “Yo no fui”, dejé la venganza para otra oportunidad. La señorita Dora andaba cerca.
La niñez se me fue yendo, pero yo seguí soñando y recordando aquella compañerita y comparándome nada menos que con Dante, -¿por qué no?- que se enamoró pérdidamente de Beatriz a los nueve años durante las fiestas de mayo.
Se vienen las langostas
Se vienen las langostas
Las periódicas plagas de langostas venidas de Africa enlutaban la monotonía de la vida rural. Por la radio y los periódicos, la gente se enteraba de su proximidad. Alguien daba la alarma. Del horizonte emergía una gran nube negra que se acercaba lenta, pero inexorablemente. Era la temida langosta . Con una caña tacuara y una lona se fabricaban banderas , tarros con piedras adentro, a modo de maracas y la gente de las quintas y viñas , grandes y chicos , corría entre los naranjos y viñedos en macabras danzas que después, con los años, recordaba, al conocer las pinturas de Bruguel como telúricos bailes macabros. Eran intentos desesperados por espantarlas, disuadirlas y hacerlas pasar de largo, tratando de evitar vanamente , que se posaran en las plantas y hacer su labor desvastadora.Ciegas y sordas, ni el flamear de las banderas ni el ruido ensordecedor de las improvisadas maracas lograban convencerlas. Cuando en la adolescencia surgió mi vocación por la Entomología , supe que los árabes , con su poética imaginación la llamaban “ nahr “, que significa fuego, incendio; que en la antigüedad sus invasiones eran consideradas azotes terribles suscitadas por la cólera de Dios para castigar los crímenes del hombre y hasta sirvió a Moisés , quien pidió al Señor que invadiera Egipto para condenar el orgullo del Faraón .
Los chacareros luchaban en forma desaforada hasta darse por vencidos viendo la impotencia y lo inútil de la desigual pelea y se resignaban a perderlo todo. Sólo quedaba prenderles velas a los santos , sin mejores resultados que los tarros y las banderas.
Triste espectáculo era ver hombres grandes , rústicos, con sus caras tostadas por el sol de incansables jornadas , llorar de pena y rabia.
Durante las horas del día, la manga de langostas revoloteaba en nube tupida , hasta tapar el sol, arrasando con todo lo verde.Al atardecer buscaban alojamiento para pasar la noche y se asentaban en las ramas de los árboles. De vez en cuando se escuchaban sus crujidos, quebradas por su peso.
Las gallinas corrían inquietas en el gallinero o en los patios cazando a picotazos las que se ponían a tiro; por puro instinto, engullendo aquel manjar nuevo e inesperado para ellas; luego ponían huevos de color amarillo muy oscuro, inocuo, pero que mucha gente tenía aprensión de comer. Los perros ladraban y corrían alborotados ante aquel fenómeno incomprensible.
Se iban las langostas dejando desolación. Curiosamente, en los campos quedaban en pié los cañaverales , que ellas desechaban . Una burla del destino. Al chacarero ya no le quedaban tomates ni arvejas para apuntalar con las cañas.
La plaga mas grande fue en el año 1947.
Las periódicas plagas de langostas venidas de Africa enlutaban la monotonía de la vida rural. Por la radio y los periódicos, la gente se enteraba de su proximidad. Alguien daba la alarma. Del horizonte emergía una gran nube negra que se acercaba lenta, pero inexorablemente. Era la temida langosta . Con una caña tacuara y una lona se fabricaban banderas , tarros con piedras adentro, a modo de maracas y la gente de las quintas y viñas , grandes y chicos , corría entre los naranjos y viñedos en macabras danzas que después, con los años, recordaba, al conocer las pinturas de Bruguel como telúricos bailes macabros. Eran intentos desesperados por espantarlas, disuadirlas y hacerlas pasar de largo, tratando de evitar vanamente , que se posaran en las plantas y hacer su labor desvastadora.Ciegas y sordas, ni el flamear de las banderas ni el ruido ensordecedor de las improvisadas maracas lograban convencerlas. Cuando en la adolescencia surgió mi vocación por la Entomología , supe que los árabes , con su poética imaginación la llamaban “ nahr “, que significa fuego, incendio; que en la antigüedad sus invasiones eran consideradas azotes terribles suscitadas por la cólera de Dios para castigar los crímenes del hombre y hasta sirvió a Moisés , quien pidió al Señor que invadiera Egipto para condenar el orgullo del Faraón .
Los chacareros luchaban en forma desaforada hasta darse por vencidos viendo la impotencia y lo inútil de la desigual pelea y se resignaban a perderlo todo. Sólo quedaba prenderles velas a los santos , sin mejores resultados que los tarros y las banderas.
Triste espectáculo era ver hombres grandes , rústicos, con sus caras tostadas por el sol de incansables jornadas , llorar de pena y rabia.
Durante las horas del día, la manga de langostas revoloteaba en nube tupida , hasta tapar el sol, arrasando con todo lo verde.Al atardecer buscaban alojamiento para pasar la noche y se asentaban en las ramas de los árboles. De vez en cuando se escuchaban sus crujidos, quebradas por su peso.
Las gallinas corrían inquietas en el gallinero o en los patios cazando a picotazos las que se ponían a tiro; por puro instinto, engullendo aquel manjar nuevo e inesperado para ellas; luego ponían huevos de color amarillo muy oscuro, inocuo, pero que mucha gente tenía aprensión de comer. Los perros ladraban y corrían alborotados ante aquel fenómeno incomprensible.
Se iban las langostas dejando desolación. Curiosamente, en los campos quedaban en pié los cañaverales , que ellas desechaban . Una burla del destino. Al chacarero ya no le quedaban tomates ni arvejas para apuntalar con las cañas.
La plaga mas grande fue en el año 1947.
Alpargatas
Alpargatas.- Estampas del matadero.
Luciano vivía de changas.Era muy joven. – Dios te va a ayudar.- lo animaba su madre.Pero ahora surgía un problema a resolver sin dilaciones.
Después de todo no hace tanto frío y no es la primera vez , ni será la última que me quedo sin alpargatas. – pensó Luciano.Todavía no es tiempo de heladas, pero ya sabía que esto le iba a pasar, que le durarían poco. Hace dos meses , cuando corriendo la ternera en el corral de los Tarragona , se le hundieron en la bosta, tendría que haberlas lavado enseguida. Tenía razón Pacífico: - “Mirá que la bosta fermenta y quema”.- Tenía razón. No las lavó como le dijo y las siguió usando sucias .Primero, ya ni se notó que habían sido negras , quedaron amarillas pajizas, después se fueron rompiendo.Apareció el dedo gordo del pié derecho, después asomó el izquierdo. A los dos días, de la vira blanca no quedaba nada; hasta que por último, se le destalonaron. Cuando araba, se le quedaban en los surcos de la viña y para andar en chancletas nunca fue baquiano.Le preocupaba la falta de alpargatas decentes por que se avecinaba la fecha del baile que organizaba la cooperadora de la escuela Smaldone y si bien es cierto que él siempre atendía la cantina , y detrás del mostrador no se ven los pies , cuando la demanda de bebidas y choripanes aflojaba, se largaba a la pista de baile. Lo reclamaban a gritos las polkas, rancheras y chamamés y Luciano” se salía de la vaina “ – Pacífico oyó sus quejas y le dijo.- ¡Te avisé, mocoso cabezudo.!.-La bosta quema;¿ no viste en el verano , con la resolana , como sale el humito del corral?.-
El matadero municipal quedaba cerca .- A lo mejor mañana me hago una escapada y tenga suerte.-pensó.
Le vino la idea de golpe . Pucheta era un viejo macanudo, había sido compadre de su abuelo y todavía manejaba el hacha corta y liviana con maestría , de lo que tanto se ufanaba.Pero los años se le trepaban por el mango y ahora le parecía mas pesada. Además Pucheta vivía solo en su rancho , con poco se arreglaba. Si se la pedía por un rato no se la iba a negar. Con que le sacara los sesos a dos cabezas que le dieran le alcanzaba para un par de alpargatas nuevas. El viejo no se iba a quedar sin comer por eso.
A las dos de la tarde la matanza estaba en pleno.Puchetaagobiado por el calor , se había sentado a la sombra de un paraíso, se acomodó la ramita detrás de la oreja, que de tanto sudar se le caía .Con el dorso de la mano izquierda se secaba la frente , y con la derecha, jugaba con un palito haciendo rayitas en el suelo: Su curtida piel marrón, por momentos iba tirando a morada . No se movía una hoja y hasta la brisa parecía dormir la siesta.
-¡Deme “ la volada “, Don Pucheta, déjeme que le abra unas dos cabezas.Me gano la changa y me compro las alpargatas pa no quedarme “ en patas “ ¡. – le pidió Luciano.
El viejo lo miró.Parpadeó y sacudió la cabeza para secarse el sudor que como escarcha , prendido a las pestañas, no lo dejaba ver bien . Escupió marrón.Mascaba todo el santo día, cambiendo el naco de un lado a otro dentro de su boca sin dientes.
Tomá.- le dijo .- ya me quedan pocas cabezas para abrir.
Un peón venía de la playa de matanza con una en cada mano; bien fresquitas, recién sacadas, chorreando agua rosada , y un cortejo de moscas verdes las seguían pidiendo pista.- Aquí tiene dos más , Don Pucheta.-Pucheta lo miró. Siguío sentado, con el palito no dejó de hacer rayitas en el suelo.- Luciano le salió al cruce y agarró las dos cabezas. Queriendo demostrar seguridad y delicadeza , asentó una en el tronco de ñandubay , sobre la comba de tantos hachazos.- ¡Que no se rompa la tela!.- le gritó el viejo.
Luciano cerró un ojo y lanzó el primer hachazo. Siguieron otros. La cuña en la frente le salió pareja . Hizo palanca con el cuchillo que le alcanzó Don Pucheta , levantó la tapa y los surcos cerebrales aparecieron sin ningún rasguño. Con el hueco de la mano derecha y como quien saca los huevos de un nidal , sacó los sesos y los metió en un tarro; tapó la brecha nuevamente y puso la cabeza a la sombra de los paraísos. La otra le salió igual , con la misma perfección.- ¡ Había mirado tantas veces al viejo hacer lo mismo!.-
Enfiló para la playa y entregó los dos sesos envueltos en la tela.El matarife no se podía quejar . El se quedaba con las dos cabezas; era el pago por su trabajo , los honorarios de la operación.Se las podía llevar a su rancho para rasparle la poca carne que tapizaba el hueso despues de hervirla en un tacho o se las vendía a otros tan pobres como él.
Era la Argentina de 1935. La Argentina añorada, la del 5ª lugar en el mundo , la de Roca- Runciman; la de “ la vaca atada “.
Las alpargatas valían 15 centavos …pero había que tenerlos.
Luciano vivía de changas.Era muy joven. – Dios te va a ayudar.- lo animaba su madre.Pero ahora surgía un problema a resolver sin dilaciones.
Después de todo no hace tanto frío y no es la primera vez , ni será la última que me quedo sin alpargatas. – pensó Luciano.Todavía no es tiempo de heladas, pero ya sabía que esto le iba a pasar, que le durarían poco. Hace dos meses , cuando corriendo la ternera en el corral de los Tarragona , se le hundieron en la bosta, tendría que haberlas lavado enseguida. Tenía razón Pacífico: - “Mirá que la bosta fermenta y quema”.- Tenía razón. No las lavó como le dijo y las siguió usando sucias .Primero, ya ni se notó que habían sido negras , quedaron amarillas pajizas, después se fueron rompiendo.Apareció el dedo gordo del pié derecho, después asomó el izquierdo. A los dos días, de la vira blanca no quedaba nada; hasta que por último, se le destalonaron. Cuando araba, se le quedaban en los surcos de la viña y para andar en chancletas nunca fue baquiano.Le preocupaba la falta de alpargatas decentes por que se avecinaba la fecha del baile que organizaba la cooperadora de la escuela Smaldone y si bien es cierto que él siempre atendía la cantina , y detrás del mostrador no se ven los pies , cuando la demanda de bebidas y choripanes aflojaba, se largaba a la pista de baile. Lo reclamaban a gritos las polkas, rancheras y chamamés y Luciano” se salía de la vaina “ – Pacífico oyó sus quejas y le dijo.- ¡Te avisé, mocoso cabezudo.!.-La bosta quema;¿ no viste en el verano , con la resolana , como sale el humito del corral?.-
El matadero municipal quedaba cerca .- A lo mejor mañana me hago una escapada y tenga suerte.-pensó.
Le vino la idea de golpe . Pucheta era un viejo macanudo, había sido compadre de su abuelo y todavía manejaba el hacha corta y liviana con maestría , de lo que tanto se ufanaba.Pero los años se le trepaban por el mango y ahora le parecía mas pesada. Además Pucheta vivía solo en su rancho , con poco se arreglaba. Si se la pedía por un rato no se la iba a negar. Con que le sacara los sesos a dos cabezas que le dieran le alcanzaba para un par de alpargatas nuevas. El viejo no se iba a quedar sin comer por eso.
A las dos de la tarde la matanza estaba en pleno.Puchetaagobiado por el calor , se había sentado a la sombra de un paraíso, se acomodó la ramita detrás de la oreja, que de tanto sudar se le caía .Con el dorso de la mano izquierda se secaba la frente , y con la derecha, jugaba con un palito haciendo rayitas en el suelo: Su curtida piel marrón, por momentos iba tirando a morada . No se movía una hoja y hasta la brisa parecía dormir la siesta.
-¡Deme “ la volada “, Don Pucheta, déjeme que le abra unas dos cabezas.Me gano la changa y me compro las alpargatas pa no quedarme “ en patas “ ¡. – le pidió Luciano.
El viejo lo miró.Parpadeó y sacudió la cabeza para secarse el sudor que como escarcha , prendido a las pestañas, no lo dejaba ver bien . Escupió marrón.Mascaba todo el santo día, cambiendo el naco de un lado a otro dentro de su boca sin dientes.
Tomá.- le dijo .- ya me quedan pocas cabezas para abrir.
Un peón venía de la playa de matanza con una en cada mano; bien fresquitas, recién sacadas, chorreando agua rosada , y un cortejo de moscas verdes las seguían pidiendo pista.- Aquí tiene dos más , Don Pucheta.-Pucheta lo miró. Siguío sentado, con el palito no dejó de hacer rayitas en el suelo.- Luciano le salió al cruce y agarró las dos cabezas. Queriendo demostrar seguridad y delicadeza , asentó una en el tronco de ñandubay , sobre la comba de tantos hachazos.- ¡Que no se rompa la tela!.- le gritó el viejo.
Luciano cerró un ojo y lanzó el primer hachazo. Siguieron otros. La cuña en la frente le salió pareja . Hizo palanca con el cuchillo que le alcanzó Don Pucheta , levantó la tapa y los surcos cerebrales aparecieron sin ningún rasguño. Con el hueco de la mano derecha y como quien saca los huevos de un nidal , sacó los sesos y los metió en un tarro; tapó la brecha nuevamente y puso la cabeza a la sombra de los paraísos. La otra le salió igual , con la misma perfección.- ¡ Había mirado tantas veces al viejo hacer lo mismo!.-
Enfiló para la playa y entregó los dos sesos envueltos en la tela.El matarife no se podía quejar . El se quedaba con las dos cabezas; era el pago por su trabajo , los honorarios de la operación.Se las podía llevar a su rancho para rasparle la poca carne que tapizaba el hueso despues de hervirla en un tacho o se las vendía a otros tan pobres como él.
Era la Argentina de 1935. La Argentina añorada, la del 5ª lugar en el mundo , la de Roca- Runciman; la de “ la vaca atada “.
Las alpargatas valían 15 centavos …pero había que tenerlos.
Noches rosarinas
Noches rosarinas
El petiso Samberro era Oficial Inspector de la Policía rosarina, allá por la década del 60. Acorde a mi clasificación antropológica pertenecía a la especie de “hombres cárdigan”. Cuello corto casi inexistente parecía una mamuska, infaltable souvenir que la gente trae de sus viajes, certificando su visita a Rusia. Para ver el nudo de su corbata había que esperar a que levantara la pera.
Fornido, sin ser gordo, de caminar sin apuro y mirando distraído para todos lados. De expresión casi cómica, por su bigotito sardina, subrayando la nariz.
Pelo lacio, renegrido, peinado a lo Gardel. En un permanente arquear de cejas, con ese aire entre ausente y aburrido como diciendo:”¿Qué estoy haciendo en el mundo?”
Siempre de traje gris claro, saco cruzado, demasiado largo; lo hacía aún más petiso, detalle que a Samberro, por lo visto, no le importaba.
Había pasado la línea del medio siglo sin que las arrugas se acordaran de su rostro cetrino y bien afeitado a la navaja, pelo y contrapelo.
Hablaba con un tono musical, monocorde, dando a las opiniones y juicios emitidos la sensación de estar de vuelta en el viaje por la vida.
Lo suponía un “policía de paso”, que quizás vagas circunstancias llevaron hasta este trabajo sin vocación donde se había quedado por inercia, incapaz de buscar otros caminos.
Por lo “fiaca” y poco “tira”, si por él hubiera sido, todavía nadie sabría quién mató al coronel Benigno Varela ni a Lisandro de la Torre.
Su pasión eran los burros. Eterno tema de domingo a domingo.
Vivía en un conventillo de la calle Montevideo, entre Sarmiento y Mitre, en concubinato con Rosaura, como él mismo confesaba. Sorda como una tapia, hetaira fugaz hasta su encuentro. Se conocieron en tiempos brillantes de la calle Pichincha, en aquel nostálgico Rosario de mafiosos. La “Chicago argentina”, la de Chicho Grande y Agatha Galiffi, la de quilombos de lujo como “El elegante” y el “Madame Safó”; con los polacos de la “Migdal” y la “Varsovia”.
Años en que Rosaura y Samberro se conmovieron, como todo el mundo, con el secuestro y crimen de Abel Ayerza, en 1932, que fuera la gota que colmara el vaso para decidir a jueces y policías terminar con la mafia que tanto poder tenía.
Rosaura era irremediablemente fea. Fealdad que se perdía con el trato, al entrar en su alma noble y buena.
Trataba de imaginarla en su juventud. Algún encanto habría tenido aquella fiel seguidora y compañera.
Compartían la afición por los burros desde sus inicios amorosos, y decidieron caminar juntos por la vida. Samberro, jubilado, tenía toda la semana para estudiar medulosamente “La fija”.
A Rosaura la conocí sesentona. Había sido amanuense de Domingo Gaeta, en su famosa academia de bailes. Daba clases de tango y milonga; cortes y quebradas que los rosarinos se tomaban muy en serio, en tren de vivir emulando a los porteños.
La pieza del conventillo tenía un acogedor alero de coqueta canefa con canaleta de desagüe, que en cada final de lluvias guardaba las hojas de los parrales vecinos. El petiso la limpiaba haciendo equilibrio, subido a la mesa de la cocina que sacaban al patio.
En noches de verano gustaba hacer asados en su parrilla portátil.
Mi mujer y yo éramos asiduos invitados, con el cariño de ese matrimonio “grande” que toma en adopción a la pareja joven, como añorando un pasado feliz y lejano.
Mientras el asado iba tomando color, brillo y aroma, Rosaura le entraba a dar con el Winco y dale que dale con Gardel. La culpa había sido mía, exagerando mi afición al Zorzal criollo para congraciarme con ella. Y se lo tomaba en serio. Sabedora de mi gusto por el baile y amante del tango, no me perdonaba uno solo de la colección de sus discos de pasta, 75 revoluciones por minuto, ordenada prolijamente en un cajón de manzanas.
Por el bagaje de tantos años de maestría la bailarina sorda no se perdía un solo compás. Me seguía sin pisarme ni dejar que yo lo hiciera. Las figuras, más que cortes y quebradas, eran gambetas.
Mas que bailarín me sentía un centro-football o un caminante porteño esquivando los excrementos de mascotas en las veredas rotas.
Su memoria auditiva era perfecta, llevaba el recuerdo de aquel ritmo canyengue grabado a fuego en cuerpo y alma.
El tango es una pasión bailada. Lo dijo alguien, aunque el bailarín no se dé por enterado.
La única danza introvertida. Todo arrebato y recogimiento. Tal abstracción a lo que está más allá de la piel, llegando al punto crítico donde la pareja se encuentra sola en el mundo compartiendo su soledad.
Pero Rosaura exageraba. Tal vez retornaban viejas memorias capaces de calentar su sangre arrabalera que los años no habían logrado enfriar; manteniendo su llama piloto que yo, sin querer, exacerbaba.
Además de sorda era “chicata”. Usaba gruesos anteojos con escasos resultados. Pero dejando de lado estos detalles, y con un poco de imaginación, bailando con ella me sentía Juan Muraña, (o “el cuchillero de Palermo” como lo llamaba Borges).
Una noche se cortó la luz; para el caso no importaba, la brillante luna superaba con creces su ausencia. La sorda ni se enteró, con sus ojos entornados en “Mi noche triste”. El chisporroteo de la parrilla hacía su psicodelia en la improvisada pista de baile. La ví tan concentrada que no la interrumpí, para no cortar su inspiración.
En el 2 x 4 no hay luz entre cuerpo y cuerpo, sin espacio para un hoja de papel, porque así lo exige el tango. Rosaura me pegoteaba su reboque barato en el refregar de las caras, al cambiar la orientación siguiendo las exigencias del baile. Mirando juntos para abajo, fijos los ojos en el piso, como buscando el pudor perdido en las baldosas de patio. El contacto grasoso y el tufo dulzón, desalentaban mi fugaz vocación maleva. Percibía, más que veía, la sonrisa cómplice y comprensiva de mi mujer, con sus 23 años, sin atisbos de celos por lo simple y grotesco de la escena.
Pero todo tiene su límite. Para librarme de aquella Salomé extasiada, confesaba mi cansancio fingido valiéndome de señas y morisquetas en un improvisado lenguaje gestual. Entonces Rosaura me liberaba de un tirón, como quién se saca un delantal de cocina, y caminaba hacia la maceta del patio donde, en un vaso de vidrio grueso, guardaba el moscato. “Mi regalón” , como ella lo llamaba; una manera de justificar su perdonable vicio.
El vaso era imperdible en la reunión, sobre una esquina de la mesa, o en la maceta del patio. La marca de sus labios sellaban los bordes como una montura colgada en su caballete. A veces había marcas de labios superpuestos, rastros que Rosaura iba dejando antes de nuestro arribo.
Excitada hablaba y hablaba, sin tenernos en cuenta.
-“¿La señora no es celosa, no?”_ y continuaba con su victrola sin esperar contestación.
Samberro nos oteaba con su mirada anodina, mientras seguía con el asado.
_”Dejalo tranquilo,”_ le decía_” lo vas a cansar y no van a venir más.”
Recomendación inútil, porque ella ni se enteraba del comentario.
Y llegaba por fin el momento de la noche: _ ”Ya están los chorizos!”_ anunciaba el petiso, secándose la frente transpirada con el repasador engrasado, que no dejaba hasta servir al último comensal.
El anfitrión dedicaba el primer bocado a mi mujer, con esa galantería y finos modales del turfman, cualquiera sea su nivel social, antítesis del agresivo y guarango hincha de fútbol.
El vino llamaba al sueño y las voces languidecían. Los Samberro no tenían la necesidad del “mañana”, nosotros sí.
Él se adelantaba llevando por el pasillo nuestra Siambretta hasta la calle, gesto habitual de galantería mientras nos despedíamos de Rosaura que se quedaba sin enterarse del libreto. Seguro lo suponía, viendo nuestros rostros con muestras claras de gestos cariñosos y promesas de retorno.
Angel Oscar Cutro (2005)
El petiso Samberro era Oficial Inspector de la Policía rosarina, allá por la década del 60. Acorde a mi clasificación antropológica pertenecía a la especie de “hombres cárdigan”. Cuello corto casi inexistente parecía una mamuska, infaltable souvenir que la gente trae de sus viajes, certificando su visita a Rusia. Para ver el nudo de su corbata había que esperar a que levantara la pera.
Fornido, sin ser gordo, de caminar sin apuro y mirando distraído para todos lados. De expresión casi cómica, por su bigotito sardina, subrayando la nariz.
Pelo lacio, renegrido, peinado a lo Gardel. En un permanente arquear de cejas, con ese aire entre ausente y aburrido como diciendo:”¿Qué estoy haciendo en el mundo?”
Siempre de traje gris claro, saco cruzado, demasiado largo; lo hacía aún más petiso, detalle que a Samberro, por lo visto, no le importaba.
Había pasado la línea del medio siglo sin que las arrugas se acordaran de su rostro cetrino y bien afeitado a la navaja, pelo y contrapelo.
Hablaba con un tono musical, monocorde, dando a las opiniones y juicios emitidos la sensación de estar de vuelta en el viaje por la vida.
Lo suponía un “policía de paso”, que quizás vagas circunstancias llevaron hasta este trabajo sin vocación donde se había quedado por inercia, incapaz de buscar otros caminos.
Por lo “fiaca” y poco “tira”, si por él hubiera sido, todavía nadie sabría quién mató al coronel Benigno Varela ni a Lisandro de la Torre.
Su pasión eran los burros. Eterno tema de domingo a domingo.
Vivía en un conventillo de la calle Montevideo, entre Sarmiento y Mitre, en concubinato con Rosaura, como él mismo confesaba. Sorda como una tapia, hetaira fugaz hasta su encuentro. Se conocieron en tiempos brillantes de la calle Pichincha, en aquel nostálgico Rosario de mafiosos. La “Chicago argentina”, la de Chicho Grande y Agatha Galiffi, la de quilombos de lujo como “El elegante” y el “Madame Safó”; con los polacos de la “Migdal” y la “Varsovia”.
Años en que Rosaura y Samberro se conmovieron, como todo el mundo, con el secuestro y crimen de Abel Ayerza, en 1932, que fuera la gota que colmara el vaso para decidir a jueces y policías terminar con la mafia que tanto poder tenía.
Rosaura era irremediablemente fea. Fealdad que se perdía con el trato, al entrar en su alma noble y buena.
Trataba de imaginarla en su juventud. Algún encanto habría tenido aquella fiel seguidora y compañera.
Compartían la afición por los burros desde sus inicios amorosos, y decidieron caminar juntos por la vida. Samberro, jubilado, tenía toda la semana para estudiar medulosamente “La fija”.
A Rosaura la conocí sesentona. Había sido amanuense de Domingo Gaeta, en su famosa academia de bailes. Daba clases de tango y milonga; cortes y quebradas que los rosarinos se tomaban muy en serio, en tren de vivir emulando a los porteños.
La pieza del conventillo tenía un acogedor alero de coqueta canefa con canaleta de desagüe, que en cada final de lluvias guardaba las hojas de los parrales vecinos. El petiso la limpiaba haciendo equilibrio, subido a la mesa de la cocina que sacaban al patio.
En noches de verano gustaba hacer asados en su parrilla portátil.
Mi mujer y yo éramos asiduos invitados, con el cariño de ese matrimonio “grande” que toma en adopción a la pareja joven, como añorando un pasado feliz y lejano.
Mientras el asado iba tomando color, brillo y aroma, Rosaura le entraba a dar con el Winco y dale que dale con Gardel. La culpa había sido mía, exagerando mi afición al Zorzal criollo para congraciarme con ella. Y se lo tomaba en serio. Sabedora de mi gusto por el baile y amante del tango, no me perdonaba uno solo de la colección de sus discos de pasta, 75 revoluciones por minuto, ordenada prolijamente en un cajón de manzanas.
Por el bagaje de tantos años de maestría la bailarina sorda no se perdía un solo compás. Me seguía sin pisarme ni dejar que yo lo hiciera. Las figuras, más que cortes y quebradas, eran gambetas.
Mas que bailarín me sentía un centro-football o un caminante porteño esquivando los excrementos de mascotas en las veredas rotas.
Su memoria auditiva era perfecta, llevaba el recuerdo de aquel ritmo canyengue grabado a fuego en cuerpo y alma.
El tango es una pasión bailada. Lo dijo alguien, aunque el bailarín no se dé por enterado.
La única danza introvertida. Todo arrebato y recogimiento. Tal abstracción a lo que está más allá de la piel, llegando al punto crítico donde la pareja se encuentra sola en el mundo compartiendo su soledad.
Pero Rosaura exageraba. Tal vez retornaban viejas memorias capaces de calentar su sangre arrabalera que los años no habían logrado enfriar; manteniendo su llama piloto que yo, sin querer, exacerbaba.
Además de sorda era “chicata”. Usaba gruesos anteojos con escasos resultados. Pero dejando de lado estos detalles, y con un poco de imaginación, bailando con ella me sentía Juan Muraña, (o “el cuchillero de Palermo” como lo llamaba Borges).
Una noche se cortó la luz; para el caso no importaba, la brillante luna superaba con creces su ausencia. La sorda ni se enteró, con sus ojos entornados en “Mi noche triste”. El chisporroteo de la parrilla hacía su psicodelia en la improvisada pista de baile. La ví tan concentrada que no la interrumpí, para no cortar su inspiración.
En el 2 x 4 no hay luz entre cuerpo y cuerpo, sin espacio para un hoja de papel, porque así lo exige el tango. Rosaura me pegoteaba su reboque barato en el refregar de las caras, al cambiar la orientación siguiendo las exigencias del baile. Mirando juntos para abajo, fijos los ojos en el piso, como buscando el pudor perdido en las baldosas de patio. El contacto grasoso y el tufo dulzón, desalentaban mi fugaz vocación maleva. Percibía, más que veía, la sonrisa cómplice y comprensiva de mi mujer, con sus 23 años, sin atisbos de celos por lo simple y grotesco de la escena.
Pero todo tiene su límite. Para librarme de aquella Salomé extasiada, confesaba mi cansancio fingido valiéndome de señas y morisquetas en un improvisado lenguaje gestual. Entonces Rosaura me liberaba de un tirón, como quién se saca un delantal de cocina, y caminaba hacia la maceta del patio donde, en un vaso de vidrio grueso, guardaba el moscato. “Mi regalón” , como ella lo llamaba; una manera de justificar su perdonable vicio.
El vaso era imperdible en la reunión, sobre una esquina de la mesa, o en la maceta del patio. La marca de sus labios sellaban los bordes como una montura colgada en su caballete. A veces había marcas de labios superpuestos, rastros que Rosaura iba dejando antes de nuestro arribo.
Excitada hablaba y hablaba, sin tenernos en cuenta.
-“¿La señora no es celosa, no?”_ y continuaba con su victrola sin esperar contestación.
Samberro nos oteaba con su mirada anodina, mientras seguía con el asado.
_”Dejalo tranquilo,”_ le decía_” lo vas a cansar y no van a venir más.”
Recomendación inútil, porque ella ni se enteraba del comentario.
Y llegaba por fin el momento de la noche: _ ”Ya están los chorizos!”_ anunciaba el petiso, secándose la frente transpirada con el repasador engrasado, que no dejaba hasta servir al último comensal.
El anfitrión dedicaba el primer bocado a mi mujer, con esa galantería y finos modales del turfman, cualquiera sea su nivel social, antítesis del agresivo y guarango hincha de fútbol.
El vino llamaba al sueño y las voces languidecían. Los Samberro no tenían la necesidad del “mañana”, nosotros sí.
Él se adelantaba llevando por el pasillo nuestra Siambretta hasta la calle, gesto habitual de galantería mientras nos despedíamos de Rosaura que se quedaba sin enterarse del libreto. Seguro lo suponía, viendo nuestros rostros con muestras claras de gestos cariñosos y promesas de retorno.
Angel Oscar Cutro (2005)
Ana Brian
Ana Brian
Ana me miraba con expresión tierna y plena de gratitud.
Ya no confiaba en su curación ni esperaba que la salvara de la muerte . Conocía con certeza su final. Tenía fresca en su memoria el recuerdo de su madre , hacía pocos años, y en las mismas circunstancias ; la historia se repetía calcando impiadosamente lo pasado . Había sido testigo activo acompañándola , cuidándola hasta su muerte , y con Ana compartimos su agonía . Siempre me expresó con ternura su gratitud por mi amor y cercanía.
Pretendía repetir con ella lo hecho con su madre , ayudándola a bien morir ya que no podía curarla . Me sonreía con la melancólica tristeza que su carita pálida y redonda con sus rasgos teutónicos podía expresar , apretando mi mano a su alcance al sentirse explorada en su vientre , en esa intención médica, simulando hacer algo aún sabiendo lo inútil de sus actos.
No se preocupe doctor , yo sé que usted hace todo lo que puede .-
No se rebeló ni negó su fin , con enorme tristeza de no haber tenido tiempo de darle un hijo a su esposo.-No me deje sola – nunca lo dijo, con su mirada me bastaba . Es el anhelo de todo moribundo : no morir en soledad que es la peor de las muertes.
Habían pasado tres años luchando con un cáncer de colon con múltiples metástasis . Ella aceptaba todo como un designio divino. Sufría dolores físicos y el dolor del nuncmas . Plena conciencia de su próximo fín. El Lacoonte no grita – dice Lessing – por que una boca demasiado abierta afea una estatua . La belleza del dolor ; sufría sin llorar . No gritaba y como el Lacoonte , su gesto lo decía todo y con sus palabras me consolaba de mi supuesto fracaso como médico .
*
Tambien en el dolor hay belleza . La veo en la herida que cicatriza , en el semblante del enfermo que mejora . Veía la belleza de Ana Brian en su rostro extático como a la Santa Teresa de Bernini , como al San Sebastian de Mantegna , atravesado por flechas romanas .
Había surgido un enamoramiento entre Ana y yo . Cada vez nos entendíamos mas con menos palabras . Cuando palpaba su abdómen me sorprendía apoyando su mano fría y sudorosa sobre el dorso de la mía , deteniéndola en el lugar donde mas le dolía ; yo seguía explorando simulando querer descubrir lo que ya sabía . Una mañana , me dijo-“Mándeme a casa , doctor , no dormí por los vómitos , ya no tengo remedio”.- Murió esa misma noche , repitiendo los mismos pasos de su madre , la misma tierna tristeza , la misma dolorosa repetición de algo que había vivido y que ahora reencarnaba en su propio final.
Ana pasó a formar parte de mi triste e imborrable galería de personajes conjugados con el dolor: “ la máxima emoción de que el hombre es capaz .”
Ana me miraba con expresión tierna y plena de gratitud.
Ya no confiaba en su curación ni esperaba que la salvara de la muerte . Conocía con certeza su final. Tenía fresca en su memoria el recuerdo de su madre , hacía pocos años, y en las mismas circunstancias ; la historia se repetía calcando impiadosamente lo pasado . Había sido testigo activo acompañándola , cuidándola hasta su muerte , y con Ana compartimos su agonía . Siempre me expresó con ternura su gratitud por mi amor y cercanía.
Pretendía repetir con ella lo hecho con su madre , ayudándola a bien morir ya que no podía curarla . Me sonreía con la melancólica tristeza que su carita pálida y redonda con sus rasgos teutónicos podía expresar , apretando mi mano a su alcance al sentirse explorada en su vientre , en esa intención médica, simulando hacer algo aún sabiendo lo inútil de sus actos.
No se preocupe doctor , yo sé que usted hace todo lo que puede .-
No se rebeló ni negó su fin , con enorme tristeza de no haber tenido tiempo de darle un hijo a su esposo.-No me deje sola – nunca lo dijo, con su mirada me bastaba . Es el anhelo de todo moribundo : no morir en soledad que es la peor de las muertes.
Habían pasado tres años luchando con un cáncer de colon con múltiples metástasis . Ella aceptaba todo como un designio divino. Sufría dolores físicos y el dolor del nuncmas . Plena conciencia de su próximo fín. El Lacoonte no grita – dice Lessing – por que una boca demasiado abierta afea una estatua . La belleza del dolor ; sufría sin llorar . No gritaba y como el Lacoonte , su gesto lo decía todo y con sus palabras me consolaba de mi supuesto fracaso como médico .
*
Tambien en el dolor hay belleza . La veo en la herida que cicatriza , en el semblante del enfermo que mejora . Veía la belleza de Ana Brian en su rostro extático como a la Santa Teresa de Bernini , como al San Sebastian de Mantegna , atravesado por flechas romanas .
Había surgido un enamoramiento entre Ana y yo . Cada vez nos entendíamos mas con menos palabras . Cuando palpaba su abdómen me sorprendía apoyando su mano fría y sudorosa sobre el dorso de la mía , deteniéndola en el lugar donde mas le dolía ; yo seguía explorando simulando querer descubrir lo que ya sabía . Una mañana , me dijo-“Mándeme a casa , doctor , no dormí por los vómitos , ya no tengo remedio”.- Murió esa misma noche , repitiendo los mismos pasos de su madre , la misma tierna tristeza , la misma dolorosa repetición de algo que había vivido y que ahora reencarnaba en su propio final.
Ana pasó a formar parte de mi triste e imborrable galería de personajes conjugados con el dolor: “ la máxima emoción de que el hombre es capaz .”
Barrio de la estación
Barrio de la Estación.
Barrio de la Estación
Que mi memoria atesora.
Enganche y desenganche de vagones.Silbido y resoplido de calderas
Que de tanto escucharlas nadie oía ,
Como nadie sabía que escuchaba
El monótono ruido del Molino
Que la sádica piqueta derrumbó
Para que todo el barrio lo extrañara.
Ese sabor agridulce de lo que tanto se amó
Calles de ripio empapadas de lluvia
Chirriaban con nostálgico encanto
Al paso del coche de Don Andrés
Cruzar de chatas con montañas de bolsas de lana
Que parecían reventar
Rezongo de cierras cortando tablones,
Entrechocar de botellas
Con jugo pulposo de naranja “Urreta”
Y los pesados sifones de Monti
En sus ya viejas chatas y camiones.
Sábados ociosos con mas tiempo en la cama
En las mañanas ferroviarias
De los primeros que supieron
Lo que era un sábado inglés.
Hoy te miro a la distancia
Con nostalgia y sin pesar.
… y viví horas felices con la barra de la esquina.
Bolitas, hoyo pelota,
las siestas de Carnaval.
Y con los “largos” nuevitos esperando el sábado
A los bailes del Club Ferrocarril.
Interminables “picados” sin tiempos y pocas reglas
En el campito del Mercado Sur.
Hasta que sin darnos cuenta
Todo queda a
la palabra tan profunda y breve
que llamamos “ayer “.
Barrio de la Estación
Que mi memoria atesora.
Enganche y desenganche de vagones.Silbido y resoplido de calderas
Que de tanto escucharlas nadie oía ,
Como nadie sabía que escuchaba
El monótono ruido del Molino
Que la sádica piqueta derrumbó
Para que todo el barrio lo extrañara.
Ese sabor agridulce de lo que tanto se amó
Calles de ripio empapadas de lluvia
Chirriaban con nostálgico encanto
Al paso del coche de Don Andrés
Cruzar de chatas con montañas de bolsas de lana
Que parecían reventar
Rezongo de cierras cortando tablones,
Entrechocar de botellas
Con jugo pulposo de naranja “Urreta”
Y los pesados sifones de Monti
En sus ya viejas chatas y camiones.
Sábados ociosos con mas tiempo en la cama
En las mañanas ferroviarias
De los primeros que supieron
Lo que era un sábado inglés.
Hoy te miro a la distancia
Con nostalgia y sin pesar.
… y viví horas felices con la barra de la esquina.
Bolitas, hoyo pelota,
las siestas de Carnaval.
Y con los “largos” nuevitos esperando el sábado
A los bailes del Club Ferrocarril.
Interminables “picados” sin tiempos y pocas reglas
En el campito del Mercado Sur.
Hasta que sin darnos cuenta
Todo queda a
la palabra tan profunda y breve
que llamamos “ayer “.
Balance
Balance
Si nuevamente a vivir se me invitara
Cambiaría el borrador de lo vivido.
Es inútil llorar los tiempos idos
Ni reparar con milagros lo perdido.
Abrazaría mas tiempo lo que mucho quiero
Mas sosiego a la hora de la mesa
Sin obsesión del tiempo trascurrido
Como algo lamentable por perdido.
Le diría mas veces que la quiero
Sin dejarlo de hacer por ya sabido.
Expresar con mensajes piel a piel
el tiempo que nos queda por vivir
dejando lo pasado en el olvido
Haciendo balance al final del camino
Obedezco al pensador y viejo estagirita:
“ Una vida sin balance no es vida”.
Y aquello que no fue, darlo por ido.
Si nuevamente a vivir se me invitara
Cambiaría el borrador de lo vivido.
Es inútil llorar los tiempos idos
Ni reparar con milagros lo perdido.
Abrazaría mas tiempo lo que mucho quiero
Mas sosiego a la hora de la mesa
Sin obsesión del tiempo trascurrido
Como algo lamentable por perdido.
Le diría mas veces que la quiero
Sin dejarlo de hacer por ya sabido.
Expresar con mensajes piel a piel
el tiempo que nos queda por vivir
dejando lo pasado en el olvido
Haciendo balance al final del camino
Obedezco al pensador y viejo estagirita:
“ Una vida sin balance no es vida”.
Y aquello que no fue, darlo por ido.
Ciclos
Ciclos.
Con su cara redonda y preguntona
Parece un periscopio buscando novedades;
Tragando bocanadas de imágenes y brisas
Serán recuerdos cuando los años pasen.
Recorrerás las calles que un día recorrimos
Y seguirás preguntando lo que ya olvidaste
Y no habrá repuesta porque me habré ido.
Ocuparás mi lugar recordando aquello
Que quedó lejano pero sin olvido.
Será Felipe quien te hará preguntas
Y lo que fue vuelve a ser para dejar de ser
Y seguir recordando lo que fue , mientras seas.
Con su cara redonda y preguntona
Parece un periscopio buscando novedades;
Tragando bocanadas de imágenes y brisas
Serán recuerdos cuando los años pasen.
Recorrerás las calles que un día recorrimos
Y seguirás preguntando lo que ya olvidaste
Y no habrá repuesta porque me habré ido.
Ocuparás mi lugar recordando aquello
Que quedó lejano pero sin olvido.
Será Felipe quien te hará preguntas
Y lo que fue vuelve a ser para dejar de ser
Y seguir recordando lo que fue , mientras seas.
Etiquetas:
nietos,
recuerdos hijo.
Tarasca
Tarasca.
La tarasca,
La más simple, la más fea,
La más pura.
La primera que mis manos fabricaron;
sólo una cruz de caña su esqueleto
y una cola de trapos
o un desfile de medias anudadas
y un suspiro de niño cuando el viento de agosto
con trabajoso afán
de la punta del piolín a los cielos elevaba.
Y allá se fue perdida en el espacio
Tal vez con ansias de mayores vuelos ,
Pero un prosaico cable callejero
frustró su nostálgico y sereno corto vuelo.
Así se van los sueños
“ tan callando”
al decir de aquel poeta
cantándole a su padre la partida.
La tarasca,
La más simple, la más fea,
La más pura.
La primera que mis manos fabricaron;
sólo una cruz de caña su esqueleto
y una cola de trapos
o un desfile de medias anudadas
y un suspiro de niño cuando el viento de agosto
con trabajoso afán
de la punta del piolín a los cielos elevaba.
Y allá se fue perdida en el espacio
Tal vez con ansias de mayores vuelos ,
Pero un prosaico cable callejero
frustró su nostálgico y sereno corto vuelo.
Así se van los sueños
“ tan callando”
al decir de aquel poeta
cantándole a su padre la partida.
El viejo puteador
El Viejo era un puteador nato. Impersonal e incorregible.
Nunca puteaba a nadie.
Puteaba porque sí nomás, mucho antes que Mendieta, el perro humanoide de Inodoro Pereyra dijera “que lo parió”.
Cuando lo hacía, lo que era frecuente, arqueaba sus cejas espesas y sus ojos parecían más juntos.
Su puteada no era siempre la manifestación de un enojo.
Incapaz de putear a nadie aunque estuviera enojado con ese nadie.
Escuchar sus puteadas hasta era un halago, señal de estar en confianza.
Con extraños o ante niños y damas era incapaz de emitir groserías. Se comportaba como un Duque, como suele decirse, y en ocasiones y con mínimo empeño, resultaba seductor.
Si la puteada expresaba una preocupación, lo que ocurría con frecuencia, no disimulaba su nerviosismo y complementaba sus palabrotas comiéndose apasionadamente las uñas y dejando escapar algunos resoplidos de discreta sonoridad.
De la misma forma exteriorizaba sus alegrías: -¡La puta, qué linda reunión! ¡Carajo, qué a punto sacaste el asado!
Su repertorio escatológico era muy medido. Sólo puteaba y carajeaba.
No abusaba de la palabra mierda ni hacía mención a los genitales sin distinción de sexos.
Y lo repito, sus manifestaciones verbales nunca tenían destinatarios; confiaba en que se perderían en el espacio sin agraviar a nadie.
La típica puteada por hábito y por que sí , con finalidad en sí misma.
Algo tan singular que mi memoria atesora con nostálgica y benévola dulzura.
Nunca puteaba a nadie.
Puteaba porque sí nomás, mucho antes que Mendieta, el perro humanoide de Inodoro Pereyra dijera “que lo parió”.
Cuando lo hacía, lo que era frecuente, arqueaba sus cejas espesas y sus ojos parecían más juntos.
Su puteada no era siempre la manifestación de un enojo.
Incapaz de putear a nadie aunque estuviera enojado con ese nadie.
Escuchar sus puteadas hasta era un halago, señal de estar en confianza.
Con extraños o ante niños y damas era incapaz de emitir groserías. Se comportaba como un Duque, como suele decirse, y en ocasiones y con mínimo empeño, resultaba seductor.
Si la puteada expresaba una preocupación, lo que ocurría con frecuencia, no disimulaba su nerviosismo y complementaba sus palabrotas comiéndose apasionadamente las uñas y dejando escapar algunos resoplidos de discreta sonoridad.
De la misma forma exteriorizaba sus alegrías: -¡La puta, qué linda reunión! ¡Carajo, qué a punto sacaste el asado!
Su repertorio escatológico era muy medido. Sólo puteaba y carajeaba.
No abusaba de la palabra mierda ni hacía mención a los genitales sin distinción de sexos.
Y lo repito, sus manifestaciones verbales nunca tenían destinatarios; confiaba en que se perderían en el espacio sin agraviar a nadie.
La típica puteada por hábito y por que sí , con finalidad en sí misma.
Algo tan singular que mi memoria atesora con nostálgica y benévola dulzura.
A caballo
Sección Quintas ó Viñas. Nombres oficinescos y burocráticos que no encuadran en la ternura y espiritualidad de mis recuerdos cada vez que mi cabeza se remonta por aquellos parajes donde pasé mi niñez. Hoy es un barrio más de la ciudad extendida y muchos de sus habitantes seguro no saben de que estoy hablando
-¿Qué se hicieron las calles y callejones, las verdes cuchillas con sus cortes rojos de tierra greda y pedregullos que brillaban a la tardecita antes que el sol se perdiera en el horizonte?
-¿Quién hizo correr el agua del tajamar y del pantano de Grieco llevándose tarariras, saguaipés, caracoles y culebras que a la siesta desafiábamos con mis primos y gurises del vecindario?
-¿Qué del burro chupado por la ciénaga y de la vaca de los Moreno, rematada de un escopetazo por la misericordia de un vecino acortando su agonía antes de que el barro se la tragara?
Ni sombras de la laguna con escandalosos teros celosos de sus pichones. Ya no se oye al medio día el “pito” de la curtiembre de Marcone ni el paso del coche-motor; sin embargo mi oído “escucha” el eco lejano del silbido casi olvidado del carpidor con azada al hombro al encuentro del puchero que en el rancho lo esperaba.
-¿Qué fue del ruido monótono y sordo del tucu-tucu y del canto remolón y agudo de las chicharras en verano; el croar de las ranas en la laguna, después de las lluvias en invierno y el olor al furgón del panadero por las tardes?. Huellas hondas; barrosas en invierno y polvorientas en verano.
Soñar y filosofar. Imaginar mundos, situaciones,personajes y hasta momentos y protagonismo que nunca tuve, haciendo dudosos mis recuerdos.
“Veo” con ojos entornados la estampa de “Piconero”, mi petiso alazán, que brillaba al sol de tanta rasqueta y cepillo en mi afán de semejarlo a un parejero. El tordillo manco que “rodaba” algunas veces cuando lo quería apurar y en una de esas rodadas me dejó como recuerdo un sindrome meniscal que hasta hoy me recuerda mi niñez en las quintas, la potranca pura sangre, con la que hacía la “pasada” a la rubia de los Yáñez y que en siestas de febrero me llevaba a la quinta de Madame Fuchs a prepararme en Francés para rendir en marzo. Tenía por delante 300 metros de tierra colorada apisonada en tiempos de pocas lluvias, que yo convertía en pista de carrera. Ante un mínimo taloneo la briosa potranca, que como yo parecía esperar ese momento, se lanzaba como un rayo y en pose leguisámica, sobre mi montura inglesa, remontaba hacia la gloria saboreando el vértigo. Mi potranca doradilla era un juguete de lujo y pasó al stud de Angel Tabella sin defraudar lo que de ella se esperaba; y no faltaba el peoncito que parando la carpida me largaba un sapucay festejando y alentando mi carrera aumentando mi delirio. Y así debe ser al escuchar los gritos de la tribuna pensaba yo en aquel tiempo en que hasta no hacía mucho mi primer vocación era ser jockey, vocación que se perdió en el tiempo como se pierden los sueños. Y ya sin mi juguete de lujo, mi alazán “Piconero” me volvía a llevar por aquel mundo de ensueños pasando al trotecito por el cañaveral de Rugoloto “contemplando” enamorado a “La vaquera de la Finojosa, faciendo la vía del Calatraveño…”, trayendo de vuelta las vacas lecheras al corral.
Y así desfilaban por mi imaginario escenas y personajes alimentadas por mis lecturas.
Alguna vez fui Don Quijote, otras, el Cid Campeador, otras veces aquel “paisano apellidado Laguna, capaz de domar un potro y sofrenarlo en la luna”, pero nunca me ví como Martín Fierro, quien tanta inquina me ocasionaba por su proceder prepotente y cruel con el Negro en la pulpería. Y en el silencio campero acompañaba mis pensamientos delirantes hablando en voz alta y con ampulosas gesticulaciones, y me empeñaba en reaccionar a tiempo antes de que algún “mencho” carpidor de las quintas me viera y pensara a su manera que por haber ido a estudiar “al pueblo” se me había secado el seso “como al Caballero de la triste figura”.
Al mundo lo veía distinto sentado sobre el lomo de mi caballo, era una tierra infinita haciendo de mis 14 años una edad sin tiempo.
-¿Qué se hicieron las calles y callejones, las verdes cuchillas con sus cortes rojos de tierra greda y pedregullos que brillaban a la tardecita antes que el sol se perdiera en el horizonte?
-¿Quién hizo correr el agua del tajamar y del pantano de Grieco llevándose tarariras, saguaipés, caracoles y culebras que a la siesta desafiábamos con mis primos y gurises del vecindario?
-¿Qué del burro chupado por la ciénaga y de la vaca de los Moreno, rematada de un escopetazo por la misericordia de un vecino acortando su agonía antes de que el barro se la tragara?
Ni sombras de la laguna con escandalosos teros celosos de sus pichones. Ya no se oye al medio día el “pito” de la curtiembre de Marcone ni el paso del coche-motor; sin embargo mi oído “escucha” el eco lejano del silbido casi olvidado del carpidor con azada al hombro al encuentro del puchero que en el rancho lo esperaba.
-¿Qué fue del ruido monótono y sordo del tucu-tucu y del canto remolón y agudo de las chicharras en verano; el croar de las ranas en la laguna, después de las lluvias en invierno y el olor al furgón del panadero por las tardes?. Huellas hondas; barrosas en invierno y polvorientas en verano.
Soñar y filosofar. Imaginar mundos, situaciones,personajes y hasta momentos y protagonismo que nunca tuve, haciendo dudosos mis recuerdos.
“Veo” con ojos entornados la estampa de “Piconero”, mi petiso alazán, que brillaba al sol de tanta rasqueta y cepillo en mi afán de semejarlo a un parejero. El tordillo manco que “rodaba” algunas veces cuando lo quería apurar y en una de esas rodadas me dejó como recuerdo un sindrome meniscal que hasta hoy me recuerda mi niñez en las quintas, la potranca pura sangre, con la que hacía la “pasada” a la rubia de los Yáñez y que en siestas de febrero me llevaba a la quinta de Madame Fuchs a prepararme en Francés para rendir en marzo. Tenía por delante 300 metros de tierra colorada apisonada en tiempos de pocas lluvias, que yo convertía en pista de carrera. Ante un mínimo taloneo la briosa potranca, que como yo parecía esperar ese momento, se lanzaba como un rayo y en pose leguisámica, sobre mi montura inglesa, remontaba hacia la gloria saboreando el vértigo. Mi potranca doradilla era un juguete de lujo y pasó al stud de Angel Tabella sin defraudar lo que de ella se esperaba; y no faltaba el peoncito que parando la carpida me largaba un sapucay festejando y alentando mi carrera aumentando mi delirio. Y así debe ser al escuchar los gritos de la tribuna pensaba yo en aquel tiempo en que hasta no hacía mucho mi primer vocación era ser jockey, vocación que se perdió en el tiempo como se pierden los sueños. Y ya sin mi juguete de lujo, mi alazán “Piconero” me volvía a llevar por aquel mundo de ensueños pasando al trotecito por el cañaveral de Rugoloto “contemplando” enamorado a “La vaquera de la Finojosa, faciendo la vía del Calatraveño…”, trayendo de vuelta las vacas lecheras al corral.
Y así desfilaban por mi imaginario escenas y personajes alimentadas por mis lecturas.
Alguna vez fui Don Quijote, otras, el Cid Campeador, otras veces aquel “paisano apellidado Laguna, capaz de domar un potro y sofrenarlo en la luna”, pero nunca me ví como Martín Fierro, quien tanta inquina me ocasionaba por su proceder prepotente y cruel con el Negro en la pulpería. Y en el silencio campero acompañaba mis pensamientos delirantes hablando en voz alta y con ampulosas gesticulaciones, y me empeñaba en reaccionar a tiempo antes de que algún “mencho” carpidor de las quintas me viera y pensara a su manera que por haber ido a estudiar “al pueblo” se me había secado el seso “como al Caballero de la triste figura”.
Al mundo lo veía distinto sentado sobre el lomo de mi caballo, era una tierra infinita haciendo de mis 14 años una edad sin tiempo.
Después de las lluvias
Cierro los ojos para ver y veo el campo después de las lluvias. Lo recorro con mis sueños y con mis botas de goma; me hundo en el barro y chapoteo en la gramilla empapada. Un sapo saltando me sorprende. Como por arte de magia al pie de los eucaliptos brotan ufanos hongos que ayer no estaban, los golpeo suavemente con un palo que siempre llevo conmigo a modo de bastón simbólico. En el campo es habitual caminar con un remedo de cayado o una varita cualquiera como herramienta inútil o muletilla absurda. Pateo una lata que duerme en el pasto mojado o una madera que un día fue parte de un cajón de naranjas. Después de las lluvias encontraré lombrices, gusanos, babosas, caracoles y toda una fauna entomológica. Salir después de las lluvias siempre me supo a correrías y aventuras fantásticas con descubrimientos y sorpresas. Un insecto nuevo para agregar a mi colección. Llevo conmigo un frasco vacío del último dulce de leche que comimos en casa y cajitas donde meto escarabajos, escorpiones y mariposas; van a parar al morral convertido en mochila para este fin; el mismo morral en que doy avena y maíz a “Piconero”, mi alazán. Delirios de explorador, emulando a Livingstone y a Stanley, que fueron mis paradigmas a imitar.
El campo tiene otro aroma, otros colores y otros brillos porque el sol que amenaza con salir no tuvo tiempo de evaporar el agua que resbala lentamente de las hojas de los árboles y del pasto verde que sostiene mis aventuras. También los olores son distintos. Cantan los pájaros en la arboleda y los teros en la laguna y escandalizan a las ranas que arremeten con su croar.
Estoy viendo lo que ví hace 70 años. Lo veo y lo huelo y siento en las plantas de mis pies el frío de las botas mojadas y se mete en mis coanas el olor a “escobadura” recien aplastada y a tierra mojada.
Recuerdos de mi infancia que mi memoria atesora.
El campo tiene otro aroma, otros colores y otros brillos porque el sol que amenaza con salir no tuvo tiempo de evaporar el agua que resbala lentamente de las hojas de los árboles y del pasto verde que sostiene mis aventuras. También los olores son distintos. Cantan los pájaros en la arboleda y los teros en la laguna y escandalizan a las ranas que arremeten con su croar.
Estoy viendo lo que ví hace 70 años. Lo veo y lo huelo y siento en las plantas de mis pies el frío de las botas mojadas y se mete en mis coanas el olor a “escobadura” recien aplastada y a tierra mojada.
Recuerdos de mi infancia que mi memoria atesora.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)