Carolina

La llamaban Carolina , pero ese nombre lo tomó después. Cuando la conocí , allá por el cincuenta , la llamaban simplemente Lina . Las cosas le fueron bien . Era la pupila más solicitada por los parroquianos. Había quienes la esperaba un par de horas hasta que le llegara el turno, pero querían con Carolina. No sabía, ni le gustaba hacer nada . No llegaría a ser una buena ama de casa , pero sí un arma de caza. Con el cuerpo que ostentaba tenía presa asegurada , cetrería garantizada frente al halcón elegido.
La Celestina decidió cobrar más por sus servicios y de allí surgió la idea de cambiarle su nombre por otro que resaltara mas sus condiciones, o simplemente que fuera mas sonoro. Para no alejarse tanto la llamaron Carolina. La Lina no protestó - ¿ qué importancia tenía ¿- lo que había que hacer era lo mismo , y dicen que le gustó el llamarse Carolina , que le sonaba mejor , como algo que iba rodando…y no estaba equivocada , sin darse cuenta era algo que iba rodando.- Siempre la misma cara : los labios finos, pegados , comisuras hacia abajo , como un arco iris de un solo color : rojo, que le daba una expresión de sonrisa dudosa , porque no se sabía si empezaba a reirse o terminaba de hacer un “ puchero “.
Era de buen carácter . La única vez que la sacaron de quicio poniéndola furiosa fue aquella noche en tiempos de la Feria Rural , cuando un paisano venido de Federal se sacó su cinto- rastra tachonado de monedas , la camisa y el chaleco , dejando el torso desnudo , dejándose la bombacha bataraza y las botas con enormes nazarenas puestas .- ¿ Vaya uno a saber ¿.- de prudente nomás . Después de cuatro días fuera de su querencia, sin lavarse los pies y sin cambiarse las medias, el hombre desconfiaba de su natural perfume . Había estado trotando por la pista tironeando del cabestro al aspirante a campeón y natural era su criollo pudor.
En su quehacer erótico Carolina gustaba dejarse las medias puestas ,le parecía mas sexy. Hojeando “ Para Ti” en horas de poca clientela, había visto modelos con piernas que según ella, parecían las suyas.
El enganchón fue tan grande, con un desgarro tal como el viaje desde la Barra de Cuarein de donde la bagallera brasilera se las había traído .
No eran comunes esos arranques en Carolina , pero de un manotón tiró el velador y todo el quilombo quedó a oscuras porque junto al velador cayó una jarra con naranja Urreta que fue a dar a un enchufe . Entre los que esperaban turno había quien entendía de cables y entre varios comedidos , con fósforos y encendedores se terminó el apagón. Dicen que el paisano no se repuso ; nunca había oido hablar de inhibición psíquica , pero se vistió y se fue , sintiéndose tal vez menos gaucho que a su llegada. La Celestina se tragó la bronca y no dijo nada . Carolina daba buenos dividendos , bien valía un apagón. – No era el sumun de la belleza . Sus rasgos mas bien ausentes , pero su piel entre aceituna y parda la hacía distinta. - ¿ distinta a quien ¿.-pienso ahora ,pero ella era algo especial . Su cabeza asomaba graciosa detrás de un par de senos bien proporcionados que apuntaban hacia arriba como palomas listas a volar o como dos cañones por cuyas balas quería uno ser alcanzado . Chica su cintura y generosa grupa , sabía como gustaban aquellos dos hoyitos que a cada lado de su columna marcaban el final de la espalda y el nacimiento de sus nalgas . De coqueta nomás , cuando podía , se daba vuelta como buscando algo para que su eventual pareja se deleitara mirando. Al evocarla me recuerda aquellas andaluzas pintadas por Julio Romero de Torres ,muy lejos de las cabareteras lechosas de Toulouse Lautrec ni las flacas de mirada expectante de Modigliani .
Se me ocurre que algo así habrá sido la Malinche , precioso regalo que el cacique de Tabasco le hizo a Hernan Cortéz y que Don Pedro de Alvarado , el poeta que trajera en su expedición ,describió con tanto ardor : “ hermoso ejemplar de hembra tostado por el fuego del sol mejicano” , o así la habrán visto aquellos rudos extremeños , pero españoles al fín , despues de largas abstinencias atravesando mares y selvas .

Los años pasan , las cosas que fueron, dejan de ser . Mucho queda en el olvido . Es mentira que “ veinte años no es nada “.
Yo volví a mi patria chica .
Nunca juego a la lotería . Me conmovió aquella vieja de melena desgreñada que me extendía un billete con mano sarmentosa . Reconocí aquellos labios apretados , curvos hacia abajo como un arco iris . Habían perdido la sonrisa dudosa y ya no eran rojos.

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