Alpargatas


Alpargatas.- Estampas del matadero.

Luciano vivía de changas.Era muy joven. – Dios te va a ayudar.- lo animaba su madre.Pero ahora surgía un problema a resolver sin dilaciones.
Después de todo no hace tanto frío y no es la primera vez , ni será la última que me quedo sin alpargatas. – pensó Luciano.Todavía no es tiempo de heladas, pero ya sabía que esto le iba a pasar, que le durarían poco. Hace dos meses , cuando corriendo la ternera en el corral de los Tarragona , se le hundieron en la bosta, tendría que haberlas lavado enseguida. Tenía razón Pacífico: - “Mirá que la bosta fermenta y quema”.- Tenía razón. No las lavó como le dijo y las siguió usando sucias .Primero, ya ni se notó que habían sido negras , quedaron amarillas pajizas, después se fueron rompiendo.Apareció el dedo gordo del pié derecho, después asomó el izquierdo. A los dos días, de la vira blanca no quedaba nada; hasta que por último, se le destalonaron. Cuando araba, se le quedaban en los surcos de la viña y para andar en chancletas nunca fue baquiano.Le preocupaba la falta de alpargatas decentes por que se avecinaba la fecha del baile que organizaba la cooperadora de la escuela Smaldone y si bien es cierto que él siempre atendía la cantina , y detrás del mostrador no se ven los pies , cuando la demanda de bebidas y choripanes aflojaba, se largaba a la pista de baile. Lo reclamaban a gritos las polkas, rancheras y chamamés y Luciano” se salía de la vaina “ – Pacífico oyó sus quejas y le dijo.- ¡Te avisé, mocoso cabezudo.!.-La bosta quema;¿ no viste en el verano , con la resolana , como sale el humito del corral?.-
El matadero municipal quedaba cerca .- A lo mejor mañana me hago una escapada y tenga suerte.-pensó.
Le vino la idea de golpe . Pucheta era un viejo macanudo, había sido compadre de su abuelo y todavía manejaba el hacha corta y liviana con maestría , de lo que tanto se ufanaba.Pero los años se le trepaban por el mango y ahora le parecía mas pesada. Además Pucheta vivía solo en su rancho , con poco se arreglaba. Si se la pedía por un rato no se la iba a negar. Con que le sacara los sesos a dos cabezas que le dieran le alcanzaba para un par de alpargatas nuevas. El viejo no se iba a quedar sin comer por eso.
A las dos de la tarde la matanza estaba en pleno.Puchetaagobiado por el calor , se había sentado a la sombra de un paraíso, se acomodó la ramita detrás de la oreja, que de tanto sudar se le caía .Con el dorso de la mano izquierda se secaba la frente , y con la derecha, jugaba con un palito haciendo rayitas en el suelo: Su curtida piel marrón, por momentos iba tirando a morada . No se movía una hoja y hasta la brisa parecía dormir la siesta.
-¡Deme “ la volada “, Don Pucheta, déjeme que le abra unas dos cabezas.Me gano la changa y me compro las alpargatas pa no quedarme “ en patas “ ¡. – le pidió Luciano.
El viejo lo miró.Parpadeó y sacudió la cabeza para secarse el sudor que como escarcha , prendido a las pestañas, no lo dejaba ver bien . Escupió marrón.Mascaba todo el santo día, cambiendo el naco de un lado a otro dentro de su boca sin dientes.
Tomá.- le dijo .- ya me quedan pocas cabezas para abrir.
Un peón venía de la playa de matanza con una en cada mano; bien fresquitas, recién sacadas, chorreando agua rosada , y un cortejo de moscas verdes las seguían pidiendo pista.- Aquí tiene dos más , Don Pucheta.-Pucheta lo miró. Siguío sentado, con el palito no dejó de hacer rayitas en el suelo.- Luciano le salió al cruce y agarró las dos cabezas. Queriendo demostrar seguridad y delicadeza , asentó una en el tronco de ñandubay , sobre la comba de tantos hachazos.- ¡Que no se rompa la tela!.- le gritó el viejo.
Luciano cerró un ojo y lanzó el primer hachazo. Siguieron otros. La cuña en la frente le salió pareja . Hizo palanca con el cuchillo que le alcanzó Don Pucheta , levantó la tapa y los surcos cerebrales aparecieron sin ningún rasguño. Con el hueco de la mano derecha y como quien saca los huevos de un nidal , sacó los sesos y los metió en un tarro; tapó la brecha nuevamente y puso la cabeza a la sombra de los paraísos. La otra le salió igual , con la misma perfección.- ¡ Había mirado tantas veces al viejo hacer lo mismo!.-
Enfiló para la playa y entregó los dos sesos envueltos en la tela.El matarife no se podía quejar . El se quedaba con las dos cabezas; era el pago por su trabajo , los honorarios de la operación.Se las podía llevar a su rancho para rasparle la poca carne que tapizaba el hueso despues de hervirla en un tacho o se las vendía a otros tan pobres como él.
Era la Argentina de 1935. La Argentina añorada, la del 5ª lugar en el mundo , la de Roca- Runciman; la de “ la vaca atada “.
Las alpargatas valían 15 centavos …pero había que tenerlos.

No hay comentarios: