Las hermanas Capeletti

Las hermanas Capeletti; mujeres de buena pasta

Las tres Marías en el firmamento nostálgico, que mi memoria guarda. María Celestina, la mayor , María Celia y María Marcelina; ciega desde hacía muchos años, comentaba mi madre. Para mí, era la figura misteriosa, delgada y alta, de cabello negro y lacio que parecía llegar hasta la cintura, vestida de negro y siempre dejándose ver en la penumbra. Nunca la ví, fuera de este escenario, estaba ahí, sabíamos de su existencia, pero no asomaba para saludar, o manifestar gesto de relación. La veía pasar fugazmente, a través de puertas entornadas, que daban al patio de la casa, donde yo esperaba a mi madre, mientras María Celia, en su papel de modista tomaba medidas y anotaba en un cuaderno de tapas de hule negro, planeando el próximo vestido. La miraba horrorizado ; verla con el metro amarillo colgado del cuello como una corbata sin anudar y alfileres que asomaban entre sus dientes y sus labios. Mi madre hacía de vez en cuando algún comentario ;yo rogaba para que María Celia no contestara, no quería verla tragarse un alfiler. En mi espera las escuchaba hablar de pespuntes , dobladillos , hilván o ruedos y nombres de telas que me resultaban cómicos; como interloc, matelassé, cretona , viyela , organdí y tobralco.

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Vivíamos en la Sección “Quintas”, a 15 kilómetros “ del pueblo” y en mi carácter de chofer lo hacía según las circunstancias en sulky , volanta o en el Playmout azul, “ cerrado “, de dos puertas que la mitad de las veces no arrancaba y debía darle con la manija.Entre las varas del sulky ataba una eficaz yegua tordilla , veloz en su trote parejo , siempre con la cabeza levantada y las orejas apuntando hacia delante , como diciendo : - ¡allá vamos!.- parecía hacerlo sin el menor esfuerzo ; no necesitaba el estímulo del látigo , sólo cortos tirones de las riendas y la tordilla entendía el mensaje.
María Celia era excelente modista , aseguraba mi madre y lo confirmaban familiares y amigas que ponderaban la perfección y prolijidad de la obra terminada.

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Treinta años despues aquel “ gurí “ se hizo médico cirujano y un día aquella vieja modista y amiga aparece en el consultorio.
-¡Hay , Oscarcito ¡.- por vergüenza no lo vine a ver antes.- y descubriendo su seno izquierdo deja ver un tumor de avanzada evolución .
Después de la operación no quiso saber de quimio ni radioterapia.
- Ud. hizo lo suyo , lo demás lo dejo en manos de Dios.-
Conociendo su fervor religioso, semejante asociación era el mejor halago que a mi ego no le era indiferente . Vivió 15 años más muriendo a causa de una afección cardíaca.

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Católicas al máximo , cualquier frase dicha por María Celestina o María Celia incluía el nombre de Dios y la Virgen ,además del “ si Dios quiere “, que ya era parte de la frase misma , si en esa frase había una intención de deseos.

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Nunca se casaron ni supieron de noviazgos , a pesar de ser todo bondad y dulzura , con rostros agradables , aunque no falto de cierta dureza y tosquedad de rasgos desmentidos por sus méritos espirituales. Agradaban con su trato. Dejo de lado en mis descripciones a María Marcela , ajena a toda comunicación que no fuera su cerrado círculo familiar.
En un Chevrolet Champion 29 , color celeste al volante , como haciendo juego con su nombre , solían hacer periódicas visitas , siguiendo costumbres de la época , a las hermanas de mi padre cuya casa lindaba con la nuestra y a estas reuniones se sumaba mi madre .Despues de la visita y ya de vuelta a casa nos recriminaba por habernos visto y oído con gestos y risitas burlonas escuchando el tono extremadamente meloso y afectado de las hermanas Capeletti. Al hablar eran un calco una de otra . Estiraban las frases estirando las palabras y llenaba de signos de admiración toda la conversasión.
-Oh, no me diga ¡.- ¡Pero que barbaridad ¡.- ¡ Dios me libre y guarde ¡.- ¡ Quién lo hubiera dicho ¡.-
Mis tías opinaban , a veces , mas que opinión eran sentencias, que María Celestina era una mujer “ liberal “, acepción literal de la época que tenía amplio y variado significado . Manejaba su auto y por sus condiciones de carácter era evidente su lirderazgo familiar , además usaba zapatos con taco “ chino “, agregaba mi tía Carmela , condiciones suficientes para encuadrarla en esa condición.Despues mi padre le explicaba que el uso del taco “ chino “ era por razones de seguridad , ya que asentaba con mas firmeza su pie sobre el pedal del freno y el embrague al manejar.Mis tías se referían a ellas como “ las muchachas de Capeletti “.

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