Se vienen las langostas

Se vienen las langostas

Las periódicas plagas de langostas venidas de Africa enlutaban la monotonía de la vida rural. Por la radio y los periódicos, la gente se enteraba de su proximidad. Alguien daba la alarma. Del horizonte emergía una gran nube negra que se acercaba lenta, pero inexorablemente. Era la temida langosta . Con una caña tacuara y una lona se fabricaban banderas , tarros con piedras adentro, a modo de maracas y la gente de las quintas y viñas , grandes y chicos , corría entre los naranjos y viñedos en macabras danzas que después, con los años, recordaba, al conocer las pinturas de Bruguel como telúricos bailes macabros. Eran intentos desesperados por espantarlas, disuadirlas y hacerlas pasar de largo, tratando de evitar vanamente , que se posaran en las plantas y hacer su labor desvastadora.Ciegas y sordas, ni el flamear de las banderas ni el ruido ensordecedor de las improvisadas maracas lograban convencerlas. Cuando en la adolescencia surgió mi vocación por la Entomología , supe que los árabes , con su poética imaginación la llamaban “ nahr “, que significa fuego, incendio; que en la antigüedad sus invasiones eran consideradas azotes terribles suscitadas por la cólera de Dios para castigar los crímenes del hombre y hasta sirvió a Moisés , quien pidió al Señor que invadiera Egipto para condenar el orgullo del Faraón .
Los chacareros luchaban en forma desaforada hasta darse por vencidos viendo la impotencia y lo inútil de la desigual pelea y se resignaban a perderlo todo. Sólo quedaba prenderles velas a los santos , sin mejores resultados que los tarros y las banderas.
Triste espectáculo era ver hombres grandes , rústicos, con sus caras tostadas por el sol de incansables jornadas , llorar de pena y rabia.
Durante las horas del día, la manga de langostas revoloteaba en nube tupida , hasta tapar el sol, arrasando con todo lo verde.Al atardecer buscaban alojamiento para pasar la noche y se asentaban en las ramas de los árboles. De vez en cuando se escuchaban sus crujidos, quebradas por su peso.
Las gallinas corrían inquietas en el gallinero o en los patios cazando a picotazos las que se ponían a tiro; por puro instinto, engullendo aquel manjar nuevo e inesperado para ellas; luego ponían huevos de color amarillo muy oscuro, inocuo, pero que mucha gente tenía aprensión de comer. Los perros ladraban y corrían alborotados ante aquel fenómeno incomprensible.
Se iban las langostas dejando desolación. Curiosamente, en los campos quedaban en pié los cañaverales , que ellas desechaban . Una burla del destino. Al chacarero ya no le quedaban tomates ni arvejas para apuntalar con las cañas.
La plaga mas grande fue en el año 1947.

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